Ya lo sabemos. América Latina es una región rica en recursos naturales, diversidad cultural y potencial humano. Sin embargo, también es una región que ha sufrido varias disaster económicas y sociales a lo largo de su historia. Esta aparente contradicción ha sido una fuente inagotable de debates. ¿Por qué siendo tan ricos somos tan pobres?
Una de las disaster más graves fue la llamada “década perdida” de los años 80, cuando el endeudamiento externo se disparó y provocó una caída del crecimiento, el aumento de la pobreza y la inestabilidad política. ¿Se repetirá la experiencia?
Después de más de cuatro décadas, América Latina vuelve a tener problemas con sus deudas. El coronavirus ha afectado mucho a la región, que ha sufrido muchas muertes y una caída de la economía. Para atender la disaster de salud y de sociedad, los gobiernos han gastado más dinero y se han endeudado más con otros países o con ellos mismos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dice que la deuda overall de América Latina creció mucho durante los últimos años. Algunos países, como Argentina, Ecuador y Venezuela, ya no pueden pagar sus deudas o tienen que cambiar las condiciones con sus acreedores.
¿Es inevitable una nueva crisis de endeudamiento en América Latina? ¿Qué consecuencias tendría para el desarrollo y el bienestar de sus habitantes? ¿Qué medidas se pueden tomar para evitar una nueva década perdida?
América Latina tiene dos problemas más. Y tienen que ver con el contexto genuine. El primero es que el dólar está muy caro. Eso hace que pagar lo que debemos en dólares sea más difícil. El segundo es que el comercio entre los países está muy estancado. Eso hace que lo que vendemos baje de precio. Y eso daña a nuestras economías. En el caso de los países que venden petróleo… el precio del petróleo no ha bajado mucho. Pero eso no basta, porque muchos de estos países tienen unos costos de producción muy altos. Entonces, la deuda sigue siendo un peso grande.
¿Qué podemos hacer para arreglar estos problemas? Pues no hay una solución fácil. Podríamos pedirle al dólar que se ponga más barato, o al comercio que se mueva más. Pero eso no está en nuestras manos. Podríamos pedirle a los que nos prestan que nos den más tiempo, o a los que nos compran que nos den más dinero. Pero eso tampoco está en nuestras manos. Podríamos tratar de gastar menos y producir más, pero eso necesita mucho trabajo y esfuerzo. Pero eso no nos gusta mucho.
Ahora bien, claro que el endeudamiento público no es necesariamente malo si se utiliza para financiar proyectos productivos, sociales o ambientales que generen beneficios a largo plazo. Sin embargo, cuando el endeudamiento supera la capacidad de pago de un país, se convierte en un problema que puede tener graves consecuencias económicas y sociales. He ahí el detalle.
La deuda puede quitarle mucho dinero al gobierno, lo que hace que tenga menos dinero para gastar en cosas que ayuden al país a crecer y mejorar. El Banco Mundial dice que el dinero que el gobierno paga por los intereses de la deuda es mucho más que el dinero que gasta en educación o salud. Además, la deuda puede hacer que el gobierno no pueda usar el dinero para ayudar a la economía cuando está mal, porque tiene que pagar la deuda primero.
Pero es no el único problema. El aumento del endeudamiento, también, puede conducir a un aumento de la inflación, ya que los gobiernos pueden recurrir a la impresión de dinero para financiar sus obligaciones. Esto puede erosionar el poder adquisitivo de la población, especialmente de los sectores más pobres y vulnerables.
El alto nivel de endeudamiento puede hacer que los inversores extranjeros se muestren reacios a prestar dinero a los gobiernos latinoamericanos, lo que puede provocar una fuga de capitales, una depreciación cambiaria y una mayor presión sobre las reservas internacionales. Bueno, algo que ya sabemos.
El endeudamiento también puede tener un impacto negativo sobre las condiciones sociales de la población, al reducir el gasto público en áreas clave como la educación, la salud, la protección social o la infraestructura. Esto puede aumentar los niveles de pobreza, desigualdad, desempleo y violencia en la región. Además, el endeudamiento puede generar un clima de descontento e insatisfacción entre los ciudadanos, que pueden percibir que sus impuestos no se traducen en mejores servicios públicos, sino en el pago de una deuda ilegítima o injusta.
Para evitar una nueva década perdida, los gobiernos latinoamericanos deben tomar medidas para reducir el endeudamiento y restaurar la confianza de los inversores. Los gobiernos pueden, por ejemplo, recortar el gasto en programas no esenciales o ineficientes para liberar recursos para el pago de la deuda. Sin embargo, esta medida debe aplicarse con cautela, ya que puede tener efectos negativos sobre el crecimiento y el bienestar soci
al. Por ello, es importante que los recortes se hagan de forma selectiva y progresiva, protegiendo el gasto en áreas prioritarias como la salud, la educación o la protección social.
Los gobiernos pueden aumentar los impuestos para generar más ingresos para el pago de la deuda. Sin embargo, esta medida también debe aplicarse con prudencia, ya que puede afectar la actividad económica y el consumo. Por ello, es importante que los aumentos de impuestos se hagan de forma equitativa y progresiva, gravando más a los sectores más ricos y menos a los más pobres. También es importante que los impuestos se cobren de forma eficaz y transparente, evitando la evasión y la elusión fiscal. Lo que no fácil.
De hecho, los gobiernos pueden negociar con los acreedores para reestructurar la deuda, reduciendo los pagos o extendiendo los plazos de vencimiento. Esta medida puede aliviar la carga financiera de los países y facilitar su recuperación económica. Sin embargo, esta medida también puede tener costos reputacionales y legales, ya que puede implicar una pérdida de credibilidad y un aumento del riesgo país.
Finalmente, América Latina debe reducir su deuda y recuperar la confianza de los inversores. Para ello, necesita políticas fiscales prudentes, integración regional y cooperación internacional. Así podrá aprovechar sus recursos, su cultura y su gente, y superar sus problemas sociales. El endeudamiento puede ser un problema o una oportunidad. ¿Qué elegirá?
América Latina ha vivido una historia política de altibajos, con líderes que prometieron mucho y cumplieron poco. También ha tenido avances sociales y democráticos, impulsados por el pueblo. América Latina es una región variada y compleja, que necesita diálogo y acción para enfrentar sus desafíos y oportunidades. ¿Qué elegiremos ahora?
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