Olas de calor récord, incendios forestales devastadores e inundaciones catastróficas se están convirtiendo en la norma en lugar de la excepción a medida que el mundo se calienta. 2023 fue uno de los años más cálidos registrados según la Organización Meteorológica Mundial y es probable que 2024 sea aún más caluroso.
La quema incesante de combustibles fósiles y la degradación de los ecosistemas son las causas fundamentales de este peligroso calentamiento. Para acelerar la transición del carbón, el petróleo y el gas a energías más limpias y proteger y restaurar la naturaleza, los países deben presentar planes climáticos nacionales ambiciosos y en los que se pueda invertir, denominados Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) en virtud del Acuerdo de París.
Las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) son la piedra angular de los esfuerzos globales en materia de clima. Representan el compromiso de cada país de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los impactos del clima. Deben renovarse cada cinco años, suponen un avance con respecto al plan anterior y reflejan la mayor ambición posible de cada país. Las nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional para 2035 deben presentarse el año próximo.
Un nuevo informe de la Coalición We Mean Business subraya cómo las NDC ambiciosas pueden impulsar una inversión acelerada del sector privado en la transición hacia una economía limpia y positiva para la naturaleza.
El informe insta a los países y a las empresas a trabajar juntos para proponer sus contribuciones determinadas a nivel nacional y sus planes, que deberían reducir las emisiones de acuerdo con la ciencia. Y lo que es más importante, deberían ofrecer suficiente claridad para que las empresas inviertan con confianza. Para ello, los planes deberían incluir objetivos para eliminar gradualmente los combustibles fósiles y reemplazarlos por energías más renovables y eficiencia energética, y detener y revertir la deforestación.
El documento también destaca la importancia de traducir las NDC en políticas y acciones concretas y de aumentar la colaboración entre el gobierno y las empresas.
Es esencial adoptar este enfoque, porque hoy la inversión privada es lamentablemente insuficiente para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 1,5 °C prometidos en el Acuerdo de París. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente muestra que las actuales contribuciones determinadas a nivel nacional darían lugar a un aumento de entre 2,5 °C y 2,9 °C para finales de siglo. Los científicos advierten de que unos niveles de calentamiento más elevados serán peligrosos y muy costosos.
Las actuales contribuciones determinadas a nivel nacional no sólo son insuficientes en cuanto a ambición, sino también en cuanto a los detalles de cómo los gobiernos planean impulsar la inversión en tecnologías limpias y reemplazar activamente el sistema y la infraestructura de combustibles fósiles. La certidumbre a largo plazo es fundamental para las empresas. Las empresas necesitan planes gubernamentales coherentes de cinco a diez años que demuestren que los políticos se toman en serio la aceleración de la transición de combustibles fósiles a energías limpias para darles la confianza necesaria para aumentar las inversiones en esa dirección.
Y la razón por la que las empresas necesitan una planificación de políticas bien pensada y coherente es que la contaminación y el calentamiento global tienen la capacidad de alterar significativamente el entorno operativo de todas las empresas, ya sean grandes o pequeñas. Desde perturbaciones comerciales, fenómenos meteorológicos perjudiciales y amenazas a los recursos y las materias primas hasta riesgos financieros derivados del aumento de los costos de los seguros, la volatilidad de los precios de la energía y los cambios en los costos de la tierra, la mano de obra y los recursos, hay muchas cosas para las que una buena política puede prepararse.
La transición hacia una economía limpia también es una enorme oportunidad. El cambio hacia modelos de negocio más limpios ofrecerá una ventaja competitiva que posicionará a las empresas a la vanguardia de las tecnologías que están resultando más baratas a largo plazo. Las energías renovables, en particular la solar y la eólica, son cada vez más rentables que los combustibles fósiles. Los informes de BloombergNEF muestran que la solar y la eólica representan ahora el 91% de las nuevas incorporaciones de capacidad energética en 2023, lo que indica una importante ventaja de costes. La AIE estima que en 2023 se invirtieron alrededor de 2,8 billones de dólares en energía, de los cuales más de 1,7 billones de dólares se destinaron a energía limpia. También hay cada vez más pruebas de que las empresas que priorizan la energía renovable suelen ser vistas con más agrado por los consumidores y los inversores.
Una encuesta reciente muestra que los inversores creen que las inversiones en energía limpia tendrán un mejor rendimiento que la mayoría de los demás sectores y les reportarán dinero a corto y largo plazo. Reconocen que los riesgos climáticos son riesgos comerciales importantes que, si se ignoran, podrían perjudicar el desempeño financiero de las empresas y las carteras de inversión. También creen que los inversores minoristas esperan que la energía limpia supere a todos los sectores, excepto la inteligencia artificial, en los próximos 10 años.
Muchas empresas ya están centradas en acelerar el cambio. Más de 260 empresas, que en conjunto generan más de 1,6 billones de dólares en ingresos, están trabajando para eliminar gradualmente los combustibles fósiles en el marco de la campaña Fossil to Clean. Y miles de otras empresas están fijando objetivos basados en la ciencia, desarrollando planes de transición climática e invirtiendo en soluciones de cero emisiones netas.
Las contribuciones determinadas a nivel nacional creíbles deben incorporar una ambición tangible de acelerar la energía limpia y abordar la deforestación, deben proporcionar planes, políticas e incentivos pertinentes y ser capaces de trabajar en sintonía con los departamentos y organismos de ejecución. Con todo esto en marcha, los países pueden atraer capital privado y conocimiento y, al hacerlo, crear el ciclo de ambición que les permita mantener el objetivo de 1,5 °C a la vista.