La combinación única de cualidades de Bitcoin (ser finito, una moneda, una reserva de valor y una tecnología innovadora) lo ha llevado a superar al oro por un factor de cuatro durante el último año.
El presentador de la mesa redonda, Rob Nelson, conversó con BTC Inc. David Bailey para ampliar el potencial transformador de bitcoin como activo digital que lo ha llevado a superar a sus contrapartes tradicionales como el oro.
Nelson comenzó destacando las cualidades singulares de bitcoin. «Bitcoin es el único activo finito», señaló. «Es a la vez una moneda, una reserva de valor y una tecnología real, todo integrado en uno». Subrayó su potencial de crecimiento, especialmente a medida que la tecnología blockchain que sustenta a Bitcoin se utiliza más ampliamente para fines que van más allá de las simples transacciones. Los comentarios de Nelson enmarcaron al bitcoin no sólo como un activo financiero sino como una piedra angular para el desarrollo tecnológico.
Bailey amplió esto, señalando las ventajas de bitcoin sobre activos tradicionales como el oro. «Bitcoin es todo lo que es el oro, pero como tecnología», explicó. Sostuvo que su mercado total al que se dirige supera con creces el de sus homólogos físicos, lo que hace comparaciones con otros análogos digitales que han superado significativamente a sus equivalentes tradicionales. La perspectiva de Bailey pintaba un futuro en el que bitcoin se convertiría en la base de un paradigma financiero completamente nuevo.
La conversación también profundizó en las posibles aplicaciones de la tecnología bitcoin, como las microtransacciones y los pagos de máquina a máquina. Bailey ilustró la magnitud de este cambio y predijo que la frecuencia de las transacciones financieras podría aumentar exponencialmente. «Quizás bajo un estándar bitcoin con microtransacciones, los consumidores estén haciendo 70.000 transacciones al día», especuló, demostrando la escalabilidad y versatilidad de la tecnología.
Al final, tanto Nelson como Bailey estuvieron de acuerdo en que el impacto de bitcoin sería profundo. Como concluyó Bailey: «Es muy difícil cuantificar el impacto y la impresión que tendrá esta tecnología en la civilización humana, pero será inmenso».