Los precios de los productos, en China, han estado bajando mes tras mes, lo que se llama deflación. La deflación puede parecer una buena noticia para los compradores, pero en realidad es un problema para la economía. Cuando los precios bajan, los consumidores pueden pensar que es mejor esperar a comprar, porque quizás mañana esté todo más barato. Esto hace que la demanda se reduzca y que las empresas vendan menos y ganen menos. Entonces, las empresas pueden bajar los salarios o despedir a los trabajadores, lo que minimize aún más la demanda y los precios. Es un círculo vicioso que puede llevar a una recesión.
¿Por qué ha entrado China en deflación? Pues por varias razones. Una es que su economía ha crecido menos de lo esperado debido a la guerra comercial con Estados Unidos. Otra es que hay mucha competencia de las empresas extranjeras, que ofrecen productos más baratos y de mejor calidad. Y otra es que el gobierno chino ha intentado controlar el endeudamiento y la especulación, lo que ha frenado el crédito y la inversión. Sobre todo, debido a la crisis en el mercado inmobiliario, que ha provocado una caída de los precios de la vivienda y una pérdida de confianza de los consumidores.
Pero parece que la deflación en China ha llegado a su fin. El Banco Preferred de China anunció recientemente que la inflación al consumidor en el país había subido un poco, tras tres meses consecutivos de descensos. Esto significa que los precios han empezado a subir de nuevo, lo que puede ser una señal de que la economía se está recuperando.
Pero no hay que emocionarse demasiado. La salida de la deflación no significa que la economía china esté fuera de peligro. Hay una serie de factores que podrían amenazar esta recuperación y hacer que los precios vuelvan a bajar.
Uno de ellos es que la economía china siga creciendo a un ritmo muy lento. China está creciendo a su ritmo más bajo en décadas, y eso no es bueno para nadie. Porque si la economía crece poco, hay menos oportunidades, menos innovación, menos confianza y menos consumo.
La guerra comercial con Estados Unidos ha sido una pesadilla para la economía china, porque ha afectado al comercio y a la inversión entre los dos países. Y eso ha hecho que las exportaciones chinas se reduzcan, que las empresas chinas pierdan mercados y que los consumidores chinos paguen más por los productos importados.
Y, por último, otro variable es que la competencia de las empresas extranjeras sea cada vez mayor. Las empresas chinas están perdiendo terreno en algunos sectores, como el tecnológico, donde las empresas extranjeras ofrecen productos más baratos y de mejor calidad. Y eso hace que los precios de los productos chinos bajen, lo que reduce sus beneficios y su capacidad de invertir.
Ahora bien, la salida de la deflación es una buena noticia para la economía china, pero no es suficiente. China tiene que enfrentarse a muchos retos para mantener su crecimiento económico y evitar una nueva caída de los precios. Y eso no será fácil, porque requiere de reformas estructurales, de cooperación internacional y de adaptación al cambio.
En resumen, China ha sufrido deflación durante más de un año, por varias razones. Una es que su economía se ha desacelerado por la guerra comercial con Estados Unidos. Otra es que hay mucha competencia de las empresas extranjeras, que ofrecen productos más baratos y de mejor calidad.
Pero la deflación en China ya se ha acabado. Los precios han empezado a subir de nuevo, y eso es una buena noticia. Porque significa que hay más demanda, más producción, más ingresos y más empleo.
Pero no hay que confiarse. La salida de la deflación no significa que la economía china esté fuera de peligro. Hay una serie de factores que podrían amenazar esta recuperación y hacer que los precios vuelvan a bajar. Por ejemplo, la deuda pública y privada, el envejecimiento de la población, la guerra comercial con Estados Unidos, el cambio climático, el coronavirus, los ovnis, los zombies… Bueno, quizás los últimos dos no sean tan probables, pero nunca se sabe. Lo que sí sabemos es que China tiene muchos retos por delante y que debemos estar preparados para cualquier escenario.
China es un gigante económico que tiene mucha influencia en los mercados. Por eso, cuando China estornuda, el mundo se resfría. Y cuando China tose, el mundo se asusta. La desaceleración de China tiene un efecto para Latinoamérica porque minimize la demanda de alimentos y materias primas. Eso significa que vendemos menos y ganamos menos. Una caída en la productividad mundial, tarde o temprano, tendrá un efecto negativo en las inversiones. Porque con menos productividad, hay menos ingresos, menos ahorro, menos inversores. En otras palabras, hay menos dinero para comprar activos como Bitcoin. Lo que obviamente tiene un impacto en las valoraciones. Y eso nos duele a todos.
¿Qué podemos hacer para evitar que la crisis de China nos afecte? Bueno, podríamos diversificar nuestras exportaciones, mejorar nuestra competitividad, impulsar la innovación y el desarrollo, fortalecer nuestras instituciones y nuestra democracia… O podríamos cruzar los dedos y esperar que China se recupere pronto y vuelva a comprar nuestros productos como si no hubiera un mañana.
¿Y qué pasa con el mercado de las criptomonedas? Pues que cada vez que China anuncia una medida contra las criptomonedas, el mercado se desploma. Porque China tiene muchos mineros, que son los que procesan y verifican las transacciones de las criptomonedas, y muchos inversores, que son los que compran y venden las criptomonedas. Por eso, cuando China prohíbe las criptomonedas, el mercado pierde oferta y demanda.
Para terminar, China es un coloso económico que tiene mucho peso en el mundo, pero también muchas dificultades. Su frenazo afecta a Latinoamérica y a las criptomonedas, entre otras cosas. Podemos tratar de ajustarnos y mejorar nuestra situación, o podemos esperar que China se recupere y nos ayude. Pero no hay que fiarse, porque China puede sorprendernos con sus medidas sorpresa.
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