Los mercados anticipan otro incremento de 0.75% en la próxima reunión (Nov 1-2) de la Reserva Federal de los Estados Unidos. O sea, “el prestamista de última instancia”, definitivamente, seguirá subiendo el costo del crédito en sus intentos continuos para reducir la inflación. Una inflación, por cierto, que se ha tornado más resistente y amplia con el tiempo. Pese a los esfuerzos de las autoridades monetarias, aún no se ha visto una reducción significativa. Al parecer, todavía estamos muy temprano en la batalla. Mejor dicho, aún falta mucho camino por recorrer. Los inversores en estos momentos están especulando acerca de la política monetaria durante el primer trimestre del próximo año. La ola optimista actual se la debemos a la suposición de unos incrementos más moderados en el futuro.
Jerome Powell, director de la Reserva Federal (Fed), ha evitado (estratégicamente) revelar demasiado sobre sus decisiones futuras. Se está viviendo una reunión a la vez. Y las decisiones se irán tomando al ritmo de los datos en la medida que vayan llegando. Powell ha insistido en eso hasta la saciedad. Sin embargo, los inversores no pueden evitar los pronósticos. Los pronósticos son inevitables. Los pronósticos son necesarios. El inversor requiere puntos de orientación para poder tomar decisiones. Los pronósticos no son certezas. Pero sí funcionan como una referencia.
Es posible que el próximo incremento sea el último incremento de 0.75%. Luego, podríamos pasar a incrementos de 0.5%. Y, después, retomar al tradicional 0.25%. Según el CME group, el mercado de futuros ahora está esperando llegar a una tasa de 5% para la primavera. Claro que debemos recordar que esta es una suposición que se hace hoy con la información que tenemos hoy. Y, francamente, en este caso, los inversores están escogiendo el escenario más optimista. Entonces, se está asumiendo que estamos llegando al tope de los incrementos. Luego del tope vendrán unos incrementos decrecientes. Luego, vendrá una pausa, una espera, y, finalmente, un giro.
Estas suposiciones forman una narrativa. Y, con esta narrativa, muchos están llegando a la conclusión de que el fondo está cerca y lo peor ya está quedando atrás. Entonces, llega una ola optimista. Y, con el optimismo, llegan las compras. De pronto, surge un rally.
Hay optimismos racionales y hay optimismos irracionales. La diferencia normalmente yace en confundir una suposición con una certeza. Los escenarios que se plantean en los pronósticos no son certezas. Son probabilidades. Y bien sabemos que lo probable no siempre es el resultado final durante períodos excepcionales. En una situación tan compleja como la actual, muchas cosas pueden salir mal. Y, cuando muchas cosas pueden salir mal, normalmente algo sale mal. Por supuesto que el escenario más optimista no se puede descartar. Aún está sobre la mesa. Pero sería muy iluso asumir que el escenario más optimista está garantizado.
En criptolandia, no es raro que muchos hablen en términos absolutos. El fanático nunca duda. No reflexiona. Afirma con una fe dogmática y apasionada. “To the moon”. El fanático es alcista siempre. E interpreta todo pronóstico bajista como una forma de herejía. Entonces, ocurre lo siguiente: Si el precio baja, la caída se trivializa como un revés pasajero. Si el precio sube, el alza se interpreta como un triunfo indiscutible y permanente. En ambos casos, la mofa es común para los “bajistas”. Ahora bien, en un ciclo bajista, el escenario bajista es el escenario más probable. Porque el precio tiende a serguir la tendencia. No es pesismismo. Es la dinámica natural de los ciclos.
Lo cierto es que los mercados fluctúan. O sea, el precio sube. El precio baja. Hay buenos momentos para entrar. Hay buenos momentos para salir. Y la demanda (presente y futura) depende de muchos factores. Para realizar una buena compra, se requiere más objetividad que fanatismo. En este caso, el idealismo suele ser contraproducente. Porque el idealista normalmente ve lo que quiere ver. En consecuencia, sobrevalora con frecuencia. O sea, por lo general, compra caro. Y no toma ganancias cuando debe tomar ganancias. Generalmente, se alargan las pérdidas debido a un trasnochado sentido de lealtad. Eso ocurre cuando Bitcoin y las criptomonedas dejan de ser inversiones para convertirse en una identidad y una causa.
La demanda de activos de riesgo depende mucho del sentimiento y las condiciones macroeconómicas. En otras palabras, los precios requieren de optimismo y liquidez para subir. En este sentido, las expectativas son sumamente relevantes. El optimismo invade a los mercados cuando se piensa que la Reserva Federal dará un giro hacia una política monetaria más flexible. La Reserva Federal, por otro lado, no dará ese giro mientras la inflación no emita claras señales de una desaceleración. Por ende, toda esperanza de giro monetario que no encuentre su confirmación en los datos de inflación corre el peligro de convertirse en una desilusión más.
Los inversores en estos momentos están realizando pronósticos asumiendo una desaceleración de la inflación en el contexto de un mercado laboral fuerte y un crecimiento económico moderado. Sobre estas suposiciones, se está construyendo un cronograma hipotético de incrementos por parte de la Reserva Federal. Y, sobre esto, se están haciendo las valoraciones. Por ende, las compras y las ventas de activos están haciéndose sobre esta cadenas de suposiciones. Ahora bien, si todos estos supuestos resultan siendo ciertos, habrá muchos finales felices. Si, por otro lado, algo sale mal en esta ecuación y estos supuestos resultan ser un mal cálculo, la sorpresa traerá muchos corazones rotos.
La narrativa del giro monetario es responsable de los distintos rallies alcistas que hemos tenido durante este ciclo bajista. Todos han comenzado con una ilusión. Y todos han terminado con la llegada de unos reportes decepcionantes.
¿Y ahora? Bueno, ahora tenemos un retorno del optimismo. Los inversores (otra vez) están anticipando un giro de política monetaria en el futuro cercano. Entonces, muchos están comprando el “fondo”. Lo que ha generado algunas alzas. Porque se está suponiendo que ya sabemos la secuencia de los incrementos de las próximas reuniones. Y, con esta falsa claridad, se están contando los pollitos antes de nacer. Por supuesto que la fragilidad de esta narrativa es evidente. El castillo de naipes se puede derrumbar en cualquier momento con la llegada de unos reportes adversos.
Irónicamente, estas olas de optimismo son una preocupación para la Reserva Federal. ¿Por qué? Porque las expectativas de un giro prematuro en lo monetario atentan contra la credibilidad de la Reserva. Si las personas no creen que el asunto de la inflación está bajo control, tenemos un problema. La creencia en la inflación es, en sí misma, inflacionaria. Porque las expectativas de inflación normalmente incrementan la demanda. O sea, las personas gastan más cuando piensan que los precios van a subir.
Lo que será, será. Lo supuesto se encuentre, ciertamente, entre lo posible. Pero nunca es malo esperar lo inesperado. ¿Por qué? Porque la vida te da sorpresas.
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