Cuando dos socios comerciales de larga data establecieron una subsidiaria hace 50 años para producir zinc a partir de un complejo industrial creado por el gobierno de Corea del Sur, decidieron una división de poder inusual.
La nueva empresa, Korea Zinc, sería administrada por la familia Choi. La empresa matriz existente, Young Poong, estaría dirigida por la familia del otro fundador, la familia Chang. Ambos clanes acordaron respetar la gestión mutua. El acuerdo llegó a ser conocido como “dos familias bajo un mismo techo”.
Korea Zinc pasó a convertirse en el mayor productor de zinc del mundo y en un engranaje esencial de la economía de Corea del Sur.
Pero ahora la relación entre los Choi y los Chang se ha roto de manera dramática. Los descendientes de los dos fundadores, que murieron hace décadas, están enfrascados en una lucha a puño limpio por el control de Korea Zinc.
La disputa tiene implicaciones más amplias para las empresas más grandes de Corea del Sur, poniendo a prueba si los poderosos conglomerados familiares, conocidos como chaebols, pueden coexistir con un gobierno corporativo al estilo occidental. En el centro de la batalla se encuentra una empresa de gran importancia geopolítica, uno de los pocos proveedores de metales críticos para las cadenas de suministro globales sin vínculos con China.
En una reunión de accionistas que se celebrará el jueves, la familia Choi intentará conservar los derechos de gestión de Korea Zinc y defenderse de un intento de adquisición por parte de Young Poong, todavía controlada por la familia Chang. Young Poong tiene su propio negocio de refinación de zinc, así como una cadena de librerías y fabricantes de componentes electrónicos.
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