La volatilidad de los precios se la debemos a la dificultad de realizar valoraciones en unas condiciones tan complejas y cambiantes como las actuales. El inversor se ve en la obligación constante de interpretar la situación y crearse expectativas. Sin embargo, no es fácil. La información entrante nos está revelando un cuadro muy mixto y contradictorio. En medio de tanta incertidumbre, a las primeras de cambio, surgen muchas falsas ilusiones y temores infundados. La duda se transforma en volatilidad. La volatilidad causa inestabilidad. Y la inestabilidad incrementa el miedo. Los modelos de predicción están emitiendo muchas señales falsas, porque nuestra situación es excepcional.
Para realizar valoraciones, es necesario poder hacer ciertas estimaciones acerca del futuro. Sin embargo, el futuro no siempre es fácil de estimar. En condiciones normales, los modelos de predicción asumen que el futuro repetirá los mismos patrones del pasado. Este no es el caso, sin embargo, en condiciones excepcionales. En condiciones excepcionales, el resultado es atípico. En otras palabras, hacer pronósticos es mucho más difícil. Las narrativas deben ajustarse al ritmo de los hechos. Y los hechos evolucionan de forma inesperada. Entonces, los mercados se convierten en una montaña rusa de fluctuaciones.
La inflación es un fenómeno nuevo para muchos. Después de todo, la inflación se había mantenido bajo control por casi cuatro décadas. La globalización redujo los costos de producción al crear una economía de escala. El suministro se concentró en unos pocos lugares y la demanda se hizo más amplia y global. El mercado premió la capacidad de producir a bajos costos. Sin embargo, en el proceso, se creó un sistema mucho más vulnerable. El sistema funcionó muy bien por mucho tiempo. Y su colapso no fue fácil de predecir. O, dicho de otro modo, nadie lo vio venir. Pero la pandemia fue obviamente la gota que derramó el vaso.
Una vez que pasó lo que pasó, el problema se presentó como evidente desde el principio. Sin embargo, muy pocos esperaban tantas fallas en las cadenas de producción y distribución. Supongo que sabemos la fortaleza o debilidad de algo durante la prueba de fuego. Bueno, la pandemia fue la prueba de fuego para la globalización. Los problemas logísticos y de suministro revelaron los excesos de la política monetaria. En consecuencia, la inflación se salió de control.
La costumbre nos dice que la derecha tiende a sobreestimar la inflación. Y la izquierda tiende a subestimar el problema. Ambos bandos suelen simplificar el asunto en exceso debido al sesgo político. Un bando suele asignarle toda la culpa al Estado. El otro bando suele asignarle gran parte de la culpa a la codicia empresarial y a factores externos. La verdad es que la inflación es un fenómeno muy complejo y multifactorial que requiere una solución integral. La polarización política hace más difícil el encuentro y el consenso. ¿Por qué? Bueno, porque los extremistas no participan en diálogos constructivos. No hay debate. Lo que se busca es imponer un dogma. La meta no es el bien común. La meta, por lo general, es destruir al enemigo. Las soluciones integrales no se dan muy bien en medio de tanta división y conflictividad.
La Reserva Federal de los Estados Unidos pretende reducir la inflación subiendo los costos del crédito y recortando su balance. El plan es equilibrar la demanda con el suministro. De esta forma, retornar (eventualmente) a una inflación anual del 2%. Estas medidas están diseñadas para enfriar una economía sobrecalentada. Porque los gastos están superando la capacidad productiva. Y el resultado de esto es un incremento generalizado de los precios. O sea, inflación. Pero esta no es una empresa sencilla. Debemos recordar que, para colmo de males, en este momento, tenemos una guerra en Europa. Y ese conflicto está teniendo un impacto negativo en el suministro de petróleo, gas natural, trigo, aceite vegetal y otros rubros.
Ahora bien, la Reserva Federal (Fed) no tiene las herramientas necesarias para solucionar los problemas de suministro. Su influencia gira en torno a la demanda. Entonces, sus medidas surgen como reacciones a los vaivenes del suministro. Esto implica que, para equilibrar la demanda con el suministro, en un entorno con tantas dificultades para incrementar el suministro, la Fed seguramente se verá en la obligación de actuar con una fuerza mayor de lo anticipado. En otras palabras, esto puede ponerse color de hormiga. Porque, de pronto, la solución de la inflación yace en una recesión.
No hay que ser un genio para saber que en este momento los mercados están bastante desorientados. Si la inflación registra una ligera caída, los inversores comienzan a cantar victoria prediciendo un giro en la política monetaria de la Fed. En consecuencia, se genera un rally alcista. Claro que, al poco tiempo, este optimismo se convierte en pesimismo debido a algún reporte adverso. Surgen los temores de una recesión. Pero, luego, un reporte positivo del mercado laboral puede disipar estos temores. En consecuencia, se genera otro rally alcista. Claro que, al poco tiempo, llega un nuevo reporte de inflación repleto de reveses. Y el mercado cae nuevamente en la desilusión. Estamos atrapados en una cadena circular de ilusión y desilusión.
Jerome Powell, director de la Fed, insiste en repetir que la política monetaria no va a dar un giro en el futuro cercano. O sea, el camino es largo. Sin embargo, el mercado, con frecuencia, escoge la sordera. En efecto, se siguen formando rallies basados en falsas esperanzas. Lo puede estar pasando es que el mercado ha creado un falso dilema. El mercado, a veces, estima sus valoraciones pensando en la inflación. Y, a veces, estima sus valoraciones pensando en una recesión. Los rallies alcistas se forman cuando surge la posibilidad de un “soft landing” o la posibilidad de un giro por parte de la Fed.
Los inversores del mercado todavía no han sopesado en sus valoraciones la posibilidad de una larga y dolorosa crisis de estanflación. ¿Qué pasa si tenemos inflación y recesión al mismo tiempo? ¿Qué pasa si la crisis dura más tiempo y es más profunda de lo anticipado? El mercado se ha negado a aceptar esa posibilidad, en parte, porque este escenario no ofrece muchas esperanzas. Y los alcistas siempre necesitan una esperanza concreta. En la ausencia de una, se inventa una. ¿“Soft landing” o “giro de la Fed”? ¿Inflación o recesión? ¿Ambas?
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