¿Las buenas noticias son malas noticias? Pues eso es lo que ocurre en esta coyuntura tan atípica que estamos viviendo. Normalmente, nos alegraríamos de que el mercado laboral (en EEUU) estuviera eufórico, porque eso significaría que hay más empleo y más prosperidad. Pero ahora no es el caso. El pastel no está creciendo, sino que se está encogiendo. Y eso tiene consecuencias negativas.
Cuando hay escasez de trabajadores, los sueldos suben. Y eso puede parecer bueno, pero no lo es tanto. Porque al subir los sueldos, también suben los costes laborales, sobre todo en el sector servicios. Y eso genera inflación, es decir, que los precios de los productos y servicios aumenten. Y eso hace que el dinero valga menos, y que nuestro poder adquisitivo se reduzca.
Así que tenemos un mercado laboral sobrecalentado, que no refleja el crecimiento actual de la economía, sino la falta de oferta de trabajo. Y eso nos lleva a una situación de inflación, que erosiona nuestro nivel de vida. Por eso, en esta coyuntura tan atípica, las buenas noticias son malas noticias.
¿Qué pasa cuando todo va demasiado bien? Pues que puede ir demasiado mal. Eso es lo que le puede ocurrir a Estados Unidos, que está viviendo una euforia laboral que parece no tener fin. El paro está por los suelos, las ofertas de trabajo sobran y los sueldos suben como la espuma. Este panorama ha creado una ilusión colectiva entre los inversores y los economistas, que esperan un crecimiento económico fuerte en los próximos años.
Pero no todo es color de rosa. Esta euforia laboral tiene sus riesgos para los mercados y la economía. Por un lado, puede provocar un sobrecalentamiento de la demanda, que supere la capacidad de producción. Esto generaría inflación, que naturalmente reduciría el poder adquisitivo de los consumidores y las ganancias de las empresas.
Por otro lado, puede obligar a la Reserva Federal a subir los tipos de interés para frenar la inflación. Esto encarecería el crédito, lo que dificultaría la inversión y el consumo. Además, podría provocar una fuga de capitales hacia activos más seguros y rentables, lo que debilitaría las criptomonedas y la bolsa.
En otras palabras, Estados Unidos está en una situación de euforia laboral, que puede convertirse en una pesadilla económica. Por eso, a veces, lo bueno puede ser malo.
Al parecer, según los últimos reportes laborales, la gente que no tiene trabajo ha bajado mucho. Las ofertas de trabajo han subido mucho. Los sueldos también han subido mucho.
Claro que esta mejora del mercado laboral tiene sus problemas. Por ejemplo, puede haber más demanda que oferta, es decir, que haya más gente queriendo comprar cosas que cosas para comprar. Esto haría que los precios subieran, y que el dinero valiera menos.
El banco central, en este caso, la Reserva Federal de los Estados Unidos, puede subir el interés del dinero, para evitar la inflación. Esto haría que tomar prestado fuera más caro, y que gastar e invertir fuera más difícil. También podría hacer que el dinero se fuera a otros países, donde diera más rentabilidad.
Ahora bien, hablemos de los riesgos de esta situación para los mercados y la economía. Los mercados y la economía de Estados Unidos están en un momento delicado. El crecimiento económico es sólido, el desempleo está en mínimos históricos y las bolsas están elevadas. Parece que nada puede salir mal. Pues no tan rápido. Hay algunos riesgos que podrían aguar la fiesta y hacer que el sueño americano se convierta en una pesadilla.
El riesgo más obvio es la inflación. Debido a este mercado laboral, puede que la inflación insista en no baja al ritmo deseado. La inflación en Estados Unidos lleva mucho tiempo por encima del objetivo del 2% que tiene la Reserva Federal. Algunos factores que han contribuido a este aumento son la escasez de materias primas, la subida de los costes energéticos y la fuerte demanda de los consumidores tras la pandemia. El mercado laboral es uno de los más problemáticos.
¿Y qué hace la Reserva Federal cuando la inflación se dispara? Pues sube los tipos de interés, que es el corto del crédito. Cuando los tipos de interés son altos, pedir prestado es más caro y ahorrar es más rentable. Esto hace que la gente gaste menos y ahorre más, lo que reduce la demanda y frena la inflación.
Pero subir los tipos de interés también tiene sus inconvenientes. Cuando los tipos de interés son altos, las empresas invierten menos y las familias pagan más por sus hipotecas y sus tarjetas de crédito. Esto hace que la economía se ralentice y el desempleo aumente. Además, cuando los tipos de interés son altos, las acciones pierden atractivo frente a los bonos, que ofrecen una rentabilidad más segura. Esto hace que los inversores vendan sus acciones, criptomonedas. ¿Recesión en camino?
Otro riesgo es, por supuesto, la escasez de mano de obra. Que es lo que nos trajo aquí en primer lugar. La escasez de mano de obra se make cuando hay más demanda que oferta de trabajadores. Esto puede deberse a varios factores, como el envejecimiento de la población, la falta de cualificación, cambios culturales o las restricciones migratorias.
¿Y qué pasa cuando hay escasez de mano de obra? Volvemos a lo mismo. Pues que los salarios suben, ya que las empresas tienen que competir por atraer y retener a los trabajadores. Esto puede ser bueno para los empleados, que ven aumentar sus ingresos, pero malo para las empresas, que ven reducir sus beneficios.
Además, cuando los salarios suben, los costes de producción también suben. Esto hace que las empresas tengan que subir sus precios para mantener sus márgenes, lo que genera más inflación. O bien, que las empresas tengan que reducir su producción o trasladarla a otros países donde la mano de obra sea más barata, lo que genera menos crecimiento y más desempleo.
Como ves, los riesgos para los mercados y la economía no son pocos ni pequeños. Por eso, conviene estar atentos a los indicadores económicos y financieros y no confiarse demasiado. El asunto está complicado y una de las piedras en el zapato es el mercado laboral. Hay que seguir muy de cerca su evolución para tener una mayor comprensión de lo que nos depara. Y así tomar las mejores decisiones posibles. Si el mercado laboral no se enfría pronto, la probabilidad de tener una recesión es mayor.
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