La inflación es un fenómeno complejo y multifactorial. Bueno, los precios suben y suben sin parar. ¿Y por qué suben ahora? Pues porque hay factores que encarecen o dificultan la producción. Por ejemplo, si hay menos gente joven que trabaje, si se rompen las relaciones comerciales con otros países, si se ponen más normas a las empresas o si se quiere cuidar el medio ambiente.
Estas cosas son buenas o malas según se mire, pero lo cierto es que afectan a los precios. Antes de la pandemia, los precios casi no subían y eso también era un problema. Ahora, el problema es que bajarlos es muy difícil. La Reserva Federal de los Estados Unidos quiere que la inflación sea del 2%, pero lo tiene complicado. Es como si quisiera domar un toro salvaje con un látigo de papel.
Lo cierto es que la inflación es difícil de controlar. Resulta que hay muchas fuerzas estructurales en juego que empujan los precios hacia arriba, como el envejecimiento de la población, la desglobalización, la regulación tecnológica y la transición ecológica. Estas fuerzas son lo contrario de lo que pasaba durante el periodo anterior a la pandemia, cuando la inflación era demasiado baja. Ahora, el problema es que bajar la inflación del 5% al 4% es más fácil que del 4% al 3%, y así sucesivamente. El objetivo del Reserva Federal es el 2%, pero parece que se les va a resistir.
Ahora bien, la inflación en Estados Unidos está alcanzando niveles muy altos. Esto afecta negativamente a la economía y al poder adquisitivo de los ciudadanos. También representa un desafío para la Reserva Federal de los Estados Unidos, que es el organismo encargado de common la política monetaria del país. Su principal herramienta es la tasa de interés, que determina el costo del dinero en el mercado. Cuando la inflación se dispara, la Reserva Federal suele aumentar la tasa de interés para frenar el consumo y la inversión, y así reducir la presión sobre los precios.
Cuando la tasa de interés es baja, el crédito se vuelve más barato y accesible, lo que estimula la demanda de bienes y servicios. Esto genera más ingresos para las empresas y más empleo para los trabajadores. Sin embargo, cuando la tasa de interés sube demasiado (como ahora), ocurre lo contrario: el crédito se encarece y se restringe, lo que desincentiva el gasto y la producción. Esto puede provocar una recesión económica, con consecuencias negativas para el empleo, el ingreso y el bienestar de las personas.
La Fed lleva más de un año subiendo los intereses para combatir la inflación. Ya van varias veces y ya han llegado al 5%-5.25%. ¿Qué quiere decir eso? Pues que, si quieres comprar una casa o un automóvil con un crédito, te va a salir mucho más caro que antes. Y no solo a ti, sino a todo el mundo. Por eso, las ventas de casas y de automóviles han bajado mucho. La gente prefiere esperar a que bajen los intereses o a ahorrar más dinero. Claro, eso si no se quedan sin trabajo por la recesión que puede venir.
Por supuesto que sí hemos ganado algunas batallas contra la inflación. Eso es digno de aplauso… Hemos descendido mucho desde el máximo que tocamos en junio pasado. Pero, al mismo tiempo, no podemos hacer la vista gorda a los desafíos que nos esperan. O sea, no podemos tirar cohetes antes de tiempo… ni podemos contar con el huevo en el vientre de la gallina… La meta es el 2%… Y todavía nos falta un buen trecho para alcanzarla. Debemos recordar que mientras más nos acerquemos a la meta… más duro se nos hará.
Ahora, la Reserva Federal tiene que resolver un dilema en su próxima reunión en junio. ¿Seguirá subiendo los intereses o se tomará un respiro? Pues no lo tiene nada fácil. Y es que hay discrepancia entre sus miembros sobre cómo proceder. Algunos creen que hay que seguir subiendo los intereses hasta que la inflación baje al 2%, que es su meta. Otros opinan que hay que detenerse y observar qué impacto tienen las subidas anteriores. Y es que, si se pasan de la raya, pueden hacer más mal que bien.
El mercado está apostando todo a una pausa. Esa es una ilusión que se ha creado porque el mercado le encantaría creer que lo peor ya pasó… y lo mejor está por venir. Y claro que es posible que el mercado consiga lo que desea. Pero no hay que darlo por sentado… Porque aquí cualquier cosa puede ocurrir. Los mercados son muy ingenuos y no podemos descartar la posibilidad de que, como ya ha ocurrido tantas veces en el pasado, el mercado se equivoque.
Aquí lo más importante es estar muy atentos a la evolución de los acontecimientos que influyen en la economía. Es decir, todo dependerá de los datos que se vayan publicando sobre los principales indicadores…(inflación, consumo, mercado laboral, and so on.) El aumento de los costos laborales, que reflejan el alza de los salarios y las prestaciones sociales, está afectando especialmente al sector servicios, que es el que más empleo genera. Y este se podría convertir en nuestro gran dolor de cabeza de aquí en adelante.
Jerome Powell, el jefe de la Fed, pronto hablará en una conferencia económica y quizás nos dé alguna pista sobre lo que piensa hacer. Mientras tanto, los mercados financieros apuestan por el fin de todo lo malo y el comienzo de un nuevo periodo de abundancia y prosperidad. Pero no todos comparten ese optimismo. Algunos analistas advierten que la inflación sigue siendo un problema grave y que la Fed tendrá que seguir subiendo los intereses para contenerla.
¿Qué resolverá ese dilema? Me repito: Los datos de aquí en adelante. Hay que estar atentos a los datos económicos…(inflación, consumo, empleo, etcetera.) Los costos laborales están afectando al sector servicios, que genera mucho empleo. Y este puede ser nuestro gran desafío.
¡Bienvenida, amiga incertidumbre! Por esta razón, es importante no dejarse llevar por el optimismo o el pesimismo del mercado. La economía es compleja y dinámica, y puede sorprendernos en cualquier momento. Lo mejor es estar informados y preparados para actuar con prudencia y responsabilidad.
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