Los fatalistas se equivocan. La IA no va a acabar con el mundo, pero sí acabará con la Web tal como la conocemos.
La IA ya está alterando el pacto económico de Internet que ha existido desde la llegada de las búsquedas: unas pocas empresas (principalmente Google) generan demanda y los creadores aportan oferta (y obtienen algunos ingresos publicitarios o reconocimiento de ello). Las herramientas de inteligencia artificial ya están generando y resumiendo contenido, obviando la necesidad de que los usuarios hagan clic para acceder a los sitios de los proveedores de contenido y, por lo tanto, alterando el equilibrio.
Mientras tanto, un océano de deepfakes y bots impulsados por inteligencia artificial nos hará cuestionar qué es real y degradará la confianza de las personas en el mundo en línea. Y a medida que las grandes empresas tecnológicas (que pueden permitirse la mayor cantidad de datos y computación) sigan invirtiendo en IA, se volverán aún más poderosas, cerrando aún más lo que queda de la Internet abierta.
La marcha de la tecnología es inevitable. No llamo la atención sobre esto para gritar que el cielo se cae o para frenar el progreso. Necesitamos ayudar a los usuarios individuales a obtener cierto control de sus vidas digitales. Una regulación gubernamental bien pensada podría ayudar, pero a menudo frena la innovación. Intentar una solución única puede crear tantos problemas como los que resuelve. Y, seamos realistas, los usuarios no van a dejar de vivir sus vidas en línea.
Los grandes movimientos tecnológicos a menudo coinciden: pensemos en el auge de la informática social, en la nube y móvil en la década de 2000. Esta vez no es diferente: la IA necesita computación basada en blockchain. ¿Por qué? En primer lugar, las cadenas de bloques imponen la propiedad. Las cadenas de bloques pueden asumir compromisos creíbles que involucran propiedad, pagos y poder. Una red descentralizada de computadoras (ni una gran empresa ni ningún otro intermediario centralizado) valida las transacciones, asegurando que las reglas y los registros no puedan modificarse sin consenso. Los contratos inteligentes automatizan y hacen cumplir estos derechos de propiedad, creando un sistema que garantiza la transparencia, la seguridad y la confianza, brindando a los usuarios control total y propiedad de sus vidas digitales. Para los creadores, esto significa la capacidad de decidir cómo otros (incluidos los sistemas de inteligencia artificial) pueden utilizar su trabajo.
Otro derecho de propiedad básico que las cadenas de bloques pueden hacer cumplir es la identidad. Si es quien dice ser, puede firmar una declaración, criptográficamente, dando fe de ello. Podríamos llevar nuestras identidades por la web sin depender de terceros. Las identidades en cadena también podrían ayudar a separar a los usuarios reales de los bots y los impostores. En la década de 1990, nadie en Internet sabía si eras un perro. Ahora, la gente puede saber con seguridad si eres un perro o un robot. En 2025, espero ver más “pruebas de humanidad” en Internet, gracias a los recientes avances en estas tecnologías.
En 2025, las cadenas de bloques se utilizarán para crear registros a prueba de manipulaciones de contenido digital original, un baluarte contra los deepfakes. Cuando se crea una grabación de vídeo, fotografía o audio, las cadenas de bloques pueden proporcionar y almacenar una huella digital única. Cualquier cambio en el contenido altera esa firma, lo que facilita la detección de manipulaciones. Las cadenas de bloques también pueden almacenar metadatos y certificaciones de verificación de fuentes confiables, lo que garantiza aún más la autenticidad del contenido.
Finalmente, en 2025, las cadenas de bloques ayudarán a lograr los ideales originales de Internet, fomentando una red más creativa, abierta y diversa. En este momento, los usuarios dependen de unos pocos gigantes de Internet, los mismos que están invirtiendo tanto en IA (y pidiendo regulación para mantener alejados a los competidores más pequeños). Los sitios web y aplicaciones que alguna vez estuvieron abiertos agregaron muros de pago, restringieron o cerraron sus API, eliminaron sus archivos, editaron contenido anterior sin permiso y agregaron pancartas y anuncios intrusivos. En 2025, las alternativas de blockchain ofrecerán más opciones, innovación de código abierto y opciones controladas por la comunidad. Llevarán la antorcha de la Internet abierta. Las criptomonedas comenzarán a quitarle poder a las grandes empresas de tecnología y lo volverán a poner en manos de los usuarios.