Al igual que Bitcoin, la conferencia sigue creciendo.
La convención estuvo llena de energía. Múltiples escenarios, muchos oradores y oradores destacados. Sabiendo que todavía hay una curva de aprendizaje, los expertos estuvieron disponibles para explicarle a prácticamente todo aquel que quisiera escuchar qué es Bitcoin, cómo se extrae y por qué es importante o por qué debería ser importante.
A diferencia de Coachella, Burning Man y SXSW, este evento sigue ganando impulso y no se ha lanzado de lleno a una gran recaudación de fondos. No se me escapa la ironía, ya que estamos hablando de criptomonedas. Pero por cada gran empresa tecnológica sospechosa que no podía explicar realmente lo que hacía sin recurrir a una ensalada de palabras, había vendedores ambulantes de verdad. Uno llamado Farrow vendía productos para el cuidado de la piel hechos con manteca de cerdo. Otro vendía camisetas que decían Ketamina. Había cromos coleccionables de Bitcoin ridículos, joyas de mala calidad. También había toneladas de camisetas. La sección de la conferencia se llamaba el Bazar de Bitcoin, un nombre muy apropiado.
La camiseta más común era una que se regalaba y decía Free Ross (Liberen a Ross). Era una petición al gobierno de Estados Unidos para que conmutara la sentencia de Ross Ulbricht, un delincuente primerizo que cumple una doble cadena perpetua por haber creado Silk Road, el primer mercado de la “red oscura”.
También había una galería de arte que exhibía algunas piezas muy buenas y otras de mala calidad. Por cada artista que usaba la realidad aumentada para dar vida a sus lienzos, había obras de Pepe the Frog que eran geniales. Lo bueno superaba a lo mediocre, lo cual fue agradable de ver.
Si estuviera escribiendo un informe para este evento y quisiera describir “a quiénes nos dirigimos”, me resultaría difícil acotar la información más allá de la categoría de “amantes de la libertad”. Hablé con jubilados estadounidenses de unos 60 años que se habían mudado a El Salvador, ganaderos que buscaban inversiones en bitcoins para apoyar sus granjas y un hombre de mediana edad de México que acababa de llegar. En la sala de prensa estuve con gente local de Nashville y un camarógrafo de China. Había toneladas de la Generación Z y de la Generación del Milenio. También estaban los inevitables influencers de las criptomonedas.