La incertidumbre es muy actual. No sabemos lo que va a pasar en los próximos meses. Si alguien te dice que sabe lo que va pasar, lo más seguro es que no lo sabe. Hay personas que hablan en tono autoritario para crear un falso sentido de seguridad. Y, de este modo, impresionar a los demás con su supuesta sapiencia. Pero se trata de un teatro. En este contexto, la duda es racional. Y la certeza es un delirio.
Los pronósticos deben hacerse desde la humildad. Y se construyen sobre la teoría de la probabilidad y las expectativas racionales. El error más grande que podemos cometer a la hora de realizar un pronóstico del precio de Bitcoin es asumir que la historia siempre repetirá. O sea, ver al pasado como un destino. Y me temo que este es un mal muy difundido en este espacio. Lo vemos todo el tiempo. Personas en Twitter que se apoyan en las glorias pasadas de Bitcoin para profetizar, con una fe de hierro, un gran futuro alcista. La falta de duda en estas profecías es lo que resulta más sospechoso. Es hora de comenzar a cuestionar verdades sagradas.
¿De dónde sale tanta fe? Vamos por pasos.
Punto 1) “Espera 3 o 4 años y verás ganancias con toda seguridad”. Aquí se está utilizando la breve historia de Bitcoin como una garantía. Pero me temo que 13 años no son suficientes para hablar de un modo tan absoluto. Especialmente, al tratarse de un periodo con unas condiciones macroeconómicas tan favorables para los activos de riesgo. ¿El desempeño será igual en un contexto tan distinto?
Punto 2) “La gente reconocerá la importancia” de Bitcoin debido a su “escasez”, al “poder de cómputo de la red” y a su “no-confiscalidad”. Y ese reconocimiento, al parecer, producirá demanda. Esto de “la gente reconocerá” es más una suposición que una realidad. En realidad, es una aspiración. Ciertamente, todos estos atributos son muy relevantes para los criptolibertarios. Pero, lamentablemente, no son tan relevantes para el resto de los mortales que no compartimos las mismas doctrinas.
Para el inversor no idiosincrático lo que realmente importa es la capacidad que tiene el precio de subir violentamente durante un boom especulativo. Lo que se torna contraproducente durante un mercado bajista. El inversor no idiosincrático, en tiempos de volatilidad e incertidumbre como el true, no busca protección en la escasez. Busca protección en la estabilidad y en la predictibilidad. En consecuencia, huyen de activos con una elevada volatilidad. Lo que naturalmente perjudica a Bitcoin. ¿O no es así? Si no ofrece estabilidad durante un colapso, la escasez synthetic de un código es (en gran medida) irrelevante para el inversor promedio cuyo objetivo principalmente es ganar dinero. Con escasez o sin escacez, querrá vender para no perder dinero.
¿Cuál fue la narrativa que impulsó los últimos dos ciclos alcistas? Basic. Todo giraba en torno a la llegada del money institucional. Las personas compraron BTC anticipando la llegada del funds institucional. Este argumento sí es bastante sensato. Porque la demanda, indudablemente, sube el precio. Y muchas instituciones, en aquel entonces, expresaban con gran interés sus deseos de entrar a este espacio. El apetito por el riesgo estaba por las nubes, porque la liquidez abundaba debido a una política monetaria adaptable en extremo. Las inyecciones de liquidez suben la codicia. La codicia sube la demanda. Y la demanda sube los precios.
Ahora las condiciones macroeconómicas han dado un giro no visto en al menos 40 años. Y, por primera vez en la historia, la Reserva Federal de los Estados Unidos está en el proceso de revertir la expansión cuantitativa (QE). En el momento que comprendemos la excepcionalidad de nuestra situación genuine, dejamos que utilizar el 2013, el 2017 y el 2020 como referencias para hablar del 2023. ¿Tiene sentido trazar líneas en una vieja gráfica?
Volvamos a las instituciones. ¿Cuál es el sentimiento en estos momentos? ¿Cuáles son las expectativas? Las encuestas nos dicen que los administradores de fondos de inversión están actuando con mucha cautela, después de un año bastante malo para los mercados bursátiles, y antes de un año próximo que promete estar lleno de desafíos debido a un contexto macroeconómico bastante complejo e incierto. Los inversores en este momento están a la defensiva.
El precio de Bitcoin ha formado un canal de consolidación ($17.6K-$15.5K) durante casi tres semanas. La media móvil de los 200 días ($21.2K) mantiene su curvatura bajista. La media móvil de los 50 días ($18.1K) también mantiene su curvatura bajista. Y la media móvil de los 20 días ($16.6K) sí está ganando lateralidad. Sin embargo, esto no revela mucho. Bien podemos estar en el periodo de calma antes de la tormenta. Lo más preocupante es el volumen. Un volumen así de bajo nos podría estar indicando un canal sostenido por minoristas. Lo que no es, precisamente, un buen presagio. Porque los minoristas podrían estar “comprando la caída” guiados (ingenuamente) por falsas expectativas.
Varias criptoanalistas ya están anunciando la reversión de la tendencia utilizando las gráficas como justificación. En la mayoría de los casos, se recalca el hecho de que el precio ha bajado mucho por mucho tiempo. Pero, curiosamente, el tema de la demanda normalmente se evade. ¿De dónde saldrán los compradores? ¿Quién comenzará a comprar en este preciso momento?
Todo parece indicar que la Reserva Federal de los Estados Unidos seguirá subiendo el costo del crédito hasta llegar a unas tasas de interés por encima del 5% durante el primer semestre del año próximo. Luego, es posible que tomen una pausa de varios meses esperando la reacción en los datos de inflación. A partir de ahí, todo dependerá de los datos. En otras palabras, todavía estamos muy temprano en esta aventura para pretender que el panorama está claro y despejado. ¿Acaso estamos listos para declarar el comienzo del nuevo ciclo alcista de Bitcoin en las próximas semanas?
Muy pocos se han atrevido a decir que el dólar y el petróleo han llegado a su techo. Y muy pocos se han atrevido a decir que los mercados bursátiles y el mercado de los bienes raíces han alcanzado un piso. ¿Por qué? Porque el año 2023 promete ser un año de mucha incertidumbre, de mucha volatilidad y de muchos desafíos. ¿Tendremos una recesión? Es muy posible. Esa amenaza es muy actual. Y todavía no sabemos a ciencia cierta la intensidad de dicha recesión. Se puede tratar de un “aterrizaje suave”. Pero no es una garantía. Lamentablemente, todavía no podemos descartar la posibilidad de tener una recesión más larga y dolorosa de lo anticipado. He ahí la gran incertidumbre. Lo que implica que hacer valoraciones en este momento no es tarea fácil.
No todas las expectativas son racionales. Y no todos los contextos son iguales. Resulta bastante iluso hablar del precio de Bitcoin ignorando totalmente la realidad del momento. Podemos hablar de las gráficas, de la escasez y del halving todo lo que queramos. Pero sería interesante retornar al tema de la demanda. Sugerencia: Pensemos un poco más en la demanda para los próximos meses a la hora de realizar pronósticos. ¿De dónde saldrán los compradores? ¿De dónde saldrá el dinero?
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