El ‘repunte de casi todo’ de 2023 está llegando a su fin, y el panorama está muy lejos de lo que predijeron los expertos del mercado a estas alturas el año pasado.
La opinión generalizada en aquel entonces era que se avecinaba un año difícil para los activos de alto riesgo, ya que las tasas de interés subieron, se avecinaba una recesión y la inflación se mantenía alta. En cambio, los rendimientos se han sesgado casi abrumadoramente hacia las partes más riesgosas del mercado.

La mayor recompensa, un enorme 150%, se obtuvo apostando contra la volatilidad del mercado de valores. La exposición a Bitcoin fue un segundo inesperado. Les siguieron las acciones de los llamados Siete Magníficos, la cohorte de grandes empresas tecnológicas que normalmente reaccionarían mal ante tasas de interés más altas.
Dicho esto, algunas operaciones “clásicas” también dieron sus frutos. El S&P 500 de EE.UU. ha ganado un 19% en lo que va del año, ya que la tan esperada recesión no se materializó. El oro ha subido un 10%.
Sin embargo, la desaceleración de la economía ha pesado sobre los precios del petróleo, encaminándolos hacia el peor año desde 2020, cuando la pandemia hacía estragos. Los bonos del Tesoro estadounidense con vencimientos a 20 años o más también han perdido mucho.
Ahora, los observadores del mercado ya están mirando hacia 2024. La mayoría prevé una continuación de la asunción de riesgos, y las acciones superarán a los bonos. Pero sus predicciones dependen una vez más del tipo de recesión económica que se produzca: una desaceleración suave y de corta duración podría significar que los pronosticadores tengan mejor suerte esta vez.

Este artículo fue proporcionado por Bloomberg News.