¿Estás cansado de escuchar la palabra “recesión” cada vez que enciendes la tele o lees los medios? ¿Te sientes confundido por los expertos que cambian de opinión cada dos por tres? ¿No sabes si prepararte para el apocalipsis o para la fiesta del siglo? Pues no eres el único. Esto de hablar de recesión ya se está convirtiendo en el cuento de Pedro y el lobo. Con cada informe económico que se publica, los análisis oscilan entre “recesión” y “no recesión” en un cerrar y abrir de ojos. Se habla de delicate-landing, se habla de tough-landing, se habla de crash- landing… Un lunes es una cosa y ya para el martes es otra cosa. Ya uno no sabe a quién creerle.
Por supuesto que es relevante el hecho de si habrá o no una recesión. Del mismo modo, es muy relevante precisar su intensidad. Porque las decisiones de hoy se toman basándonos en estas expectativas. Para el precio de Bitcoin, también es relevante. Porque el precio de Bitcoin en un periodo de recesión puede o no ser el mismo que durante un periodo de bonanza.
Ahora bien, en estos momentos, la inflación es como un mosquito molesto que no te deja en paz. Por más que intentas espantarla, siempre vuelve a zumbarte en el oído. Y los bancos centrales son como los que intentan matarla con un matamoscas gigante. Suben las tasas de interés o las mantienen elevadas el tiempo que sea necesario para aplastar a la inflación.
Lo que pasa es que el aumento en el costo del crédito no ha enfriado la economía lo suficiente. Entonces, miramos a los lados, y vemos que no hay recesión. La recesión no ha llegado. Pero esa misma situación que ha mantenido la economía fuera de la recesión también ha mantenido los precios relativamente altos. Lo que podría obligar a los bancos centrales a seguir con su política monetaria restrictiva. Si los bancos centrales siguen retirando liquidez, tarde o temprano, sí habrá una recesión.
Podríamos decir que hay tres posibles escenarios para la economía estadounidense, según cómo evolucionen la inflación, los tipos de interés y el crecimiento económico.
Uno de los escenarios planteados es el del aterrizaje suave. En este escenario, el avión no se estrella ni se queda sin flamable, sino que baja poco a poco hasta llegar al suelo de forma segura y tranquila. Esto significa que el crecimiento económico se ralentiza, pero no tanto como para que haya una recesión (que sería como un choque) ni una disaster financiera (que sería como una explosión). Además, la inflación (que sería como el calor que genera el motor) se mantiene bajo control, sin que haga falta subir los tipos de interés (que serían como los frenos del avión).
Este escenario es el que todos quieren, porque significa que la economía está sana y equilibrada. De hecho, se dio parcialmente a principios de 2023, y los mercados de inversión (que serían como los pasajeros del avión) se pusieron muy contentos, porque vieron que no había riesgo de inflación ni de recesión. Así que se relajaron y disfrutaron del viaje. ¿No te gustaría estar en ese avión?
Otro de los escenarios planteados es el del aterrizaje brusco. En este escenario, el avión se desploma y se estrella contra el suelo, provocando un gran desastre. Esto significa que la actividad económica se desploma, y con ella el empleo, los precios de los activos, la confianza de los bancos, las finanzas públicas y el ánimo de la gente. Es como si el piloto hubiera intentado frenar el avión subiendo los tipos de interés (para enfriar la inflación), pero se hubiera pasado de la raya y hubiera roto el motor (la economía).
Este escenario es el que todos temen, porque significa que la economía está en disaster y desequilibrada. De hecho, se dio parcialmente en marzo de 2023, cuando varios bancos medianos de EEUU quebraron, como el Silicon Valley Bank. Estos bancos quebraron porque el ajuste de los bancos centrales hizo que los rendimientos del mercado subieran mucho, y los depositantes se asustaron y sacaron su dinero para invertirlo en otros sitios más rentables. Fue como si los pasajeros del avión hubieran saltado en paracaídas, dejando al piloto solo y sin handle.
El tercer escenario es de un “no aterrizaje”. En este escenario, el avión no consigue aterrizar, sino que sigue volando sin rumbo, sin saber si subir o bajar. Esto significa que la inflación se queda estancada y los tipos de interés suben y bajan sin criterio. Es como si el piloto no supiera qué hacer, si frenar el avión (para combatir la inflación) o acelerarlo (para impulsar el crecimiento).
Este escenario es el que más confunde, porque significa que la economía está inestable e impredecible. De hecho, se dio parcialmente en 2022, cuando los mercados no sabían qué esperar de los bancos centrales, que hacían ajustes cuantitativos (que son como cambios de ruta) sin tener claro el destino. En febrero de 2023, las expectativas cambiaron hacia una versión más suave de este escenario, cuando se vio que la inflación podría ser más alta durante más tiempo, y que los bancos centrales podrían tener que endurecer su postura y quizás provocar una recesión (que sería como un aterrizaje forzoso).
Los tres escenarios pueden ocurrir en la economía. Si el avión aterriza suave, los tipos de interés bajan y las empresas van bien, lo mejor es comprar bonos con vencimientos más largos, que te pagan más interés, y bonos de empresas de alto rendimiento, que te dan más rentabilidad que los de gobiernos. Si el avión se estrella, los tipos de interés se quedan altos y las empresas sufren, lo mejor es comprar bonos con vencimientos más cortos, que te protegen de la inflación, y bonos de empresas con grado de inversión, que son más seguros que los de alto rendimiento.
Y si el avión no aterriza, los tipos de interés suben y bajan y las empresas no saben qué hacer, lo mejor es reducir la exposición a los tipos de interés, con bonos a corto plazo o a tipo variable, que se adaptan a los cambios. Los bonos de alto rendimiento pueden ser una opción, pero solo si la economía no se resiente demasiado.
¿Qué pasará? Bueno, me temo que aún no hay consenso al respecto. Esto lamentablemente incrementa la incertidumbre y dificulta la toma de decisiones.
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