¿Sabes qué es la propiedad? ¿Y la custodia? ¿Crees que son lo mismo? Pues te equivocas. La propiedad y la custodia son conceptos muy diferentes, y entenderlos es muy importante para comprender cómo funciona el capitalismo.
La propiedad es el derecho que tiene una persona sobre algo, como una casa, un automóvil o una tierra. La custodia es el handle que tiene una persona sobre algo, como cuidarlo, usarlo o administrarlo. Por ejemplo, si yo soy el dueño de una tierra, tengo la propiedad de esa tierra. Pero si yo no la trabajo, sino que se la alquilo a otra persona que sí la trabaja, esa persona, básicamente, tiene la custodia de esa tierra.
¿Y qué pasa con el gobierno? ¿Cómo sabe quién es el dueño de qué? Pues el gobierno se basa en los registros, los documentos que certifican la propiedad de algo. Así que, aunque yo no tenga la custodia de mi tierra, el gobierno me reconoce como el propietario, y me permite cobrar un alquiler por prestarla a otro.
¿Te parece justo? ¿Te parece lógico? Eso es el capitalismo, amigo. Un sistema donde la propiedad y la custodia no son lo mismo, y donde el que tiene la propiedad se beneficia del trabajo del que tiene la “custodia”.
¿Te has preguntado alguna vez por qué los humanos somos seres sociales? Pues porque necesitamos colaborar con los demás para satisfacer nuestras necesidades. Piensa en la familia y la amistad. Son instituciones sociales que se basan en la colaboración. Yo te ayudo y tú me ayudas. Hoy por ti, mañana por mí.
Por ejemplo, supongamos que le presto 20$ a un amigo. Él me promete devolverme el dinero en un mes. Y, por agradecimiento, se ofrece a invitarme a un café. Básicamente, eso es un contrato. En este caso, somos los dueños de una deuda. Y esa deuda es un activo nuestro. Y nuestro amigo ha adquirido un pasivo.
¿Quién es el dueño del dinero? ¿Quién tiene su custodia? Pues el dueño del dinero soy yo, porque tengo el derecho a reclamarlo. Y la custodia la tiene mi amigo, porque tiene el management sobre él. Pero cuidado, porque si mi amigo no me devuelve el dinero, tendré que recurrir al gobierno para que me ayude. Y el gobierno se basa en las pruebas, los documentos que certifican la deuda.
Eso es el capitalismo. Un sistema donde la propiedad y la custodia no son necesariamente lo mismo, y donde el que tiene la propiedad puede exigir el pago al que tiene la custodia.
¿Qué es un banco? ¿Un lugar donde guardas tu dinero? ¿Un sitio donde te cobran comisiones? ¿Una entidad que te presta dinero a cambio de intereses? Pues sí, pero también mucho más. Un banco es un lugar de encuentro entre prestamistas y prestatarios.
Los prestamistas son los que tienen dinero y lo depositan en el banco. En lugar de tener el dinero ocioso en el bolsillo, o debajo del colchón, lo ponen en el banco para obtener un beneficio. El banco les paga un interés por su dinero. O, les brinda una plataforma de pago.
Los prestatarios son los que necesitan dinero y lo piden al banco. El banco les presta el dinero a cambio de un interés mayor que el que paga a los prestamistas. El banco gana dinero por la diferencia entre los intereses.
El banquero es el intermediario que facilita el encuentro entre prestamistas y prestatarios. El banquero se encarga de evaluar el riesgo de los prestatarios, de gestionar el dinero de los prestamistas, y de cumplir con las normas del gobierno.
¿Quién es el dueño del dinero? El depositante. ¿Quién tiene la custodia del dinero? El banco. El depositante tiene la propiedad del dinero, pero el banco tiene el control sobre él. El banco puede usar el dinero de los depositantes para prestarlo a los prestatarios, siempre que mantenga una reserva mínima.
¿Te parece justo? ¿Te parece lógico? Eso es el capitalismo, amigo. Un sistema donde la propiedad y la custodia no son lo mismo, y donde el que tiene la custodia puede hacer negocio con el dinero del que tiene la propiedad.
Claro que la vida no es un cuento de hadas. A veces, las cosas se complican. Los amigos no siempre son fieles. Los bancos no siempre son solventes. Las personas pierden dinero por confiar en los demás. Y las relaciones no son perfectas. Necesitamos a los demás. Y colaboramos con los demás para solucionar nuestras necesidades. Pero, en muchos casos, los demás no cumplen su parte.
Por eso, hay muchos libertarios, anarcocapitalistas y conservadores que prefieren ser lo más autosuficientes posible para evitar la desilusión y el engaño. No confían en los demás. Sobre todo, no confían en instituciones grandes como los bancos y los gobiernos. Por eso, Bitcoin, el oro y la autocustodia son muy populares entre estos grupos. Estos grupos prefieren ser sus propios bancos y usar un dinero no estatal.
¿Qué es la autocustodia? Pues es la práctica de guardar y controlar tus propios activos, sin intermediarios. Es como tener tu propio cofre fuerte, o tu propia billetera electronic. La autocustodia es la seguridad de los que no quieren arriesgar su dinero.
Claro que hay quienes prefieren confiar su dinero a otros, como los bancos o las plataformas de criptomonedas. ¿»No tus claves, no tu dinero»? Esta frase es un engaño semántico que confunde. Porque insinúa que la custodia y la propiedad son sinónimos. Porque supone que, si das tu dinero a otros, automáticamente pierdes la propiedad. Pero eso no es cierto. Es obviamente una exageración. Es como decir que, si pones tu casa en alquiler, pierdes la propiedad. Después de todo, las llaves de la casa las tiene el inquilino.
¿Por qué algunos inversores prefieren los servicios de custodia en lugar de la autocustodia? Bueno, porque la autocustodia no es una quimera, también tiene sus riesgos y sus limitaciones. ¿Qué pasa si pierdes tus claves, o te las roban, o se te olvidan? ¿Qué pasa si no sabes cómo usar la tecnología, o no tienes tiempo, o no quieres complicarte la vida? ¿Qué pasa si quieres diversificar tu cartera, o acceder a servicios financieros, o aprovechar las oportunidades del mercado?
Los servicios de custodia, a pesar de sus riesgos, ofrecen unos beneficios bastante convenientes. Y eso está bien. Esa es la maravilla del libre mercado. El mercado elige lo que mejor le conviene.
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