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A medida que los bancos centrales de todo el mundo luchan en una raza interminable de impresión monetaria, François Asselineau, presidente de la UPR, propone un cambio radical: integrar del 5 al 10% de Bitcoin en las reservas de la Banca de Francia. Una idea que sacude las certezas económicas tradicionales y cuestiona nuestra relación con la soberanía. Detrás de esta propuesta se encuentra una observación inquebrantable: Bitcoin no es solo una criptomoneda simple, sino una herramienta de resistencia contra la erosión de las libertades financieras.


Un escudo estratégico contra la deriva de las monedas tradicionales
¿Una reserva de valor inmune a los caprichos de los bancos centrales? Bitcoin, con su límite establecido en 21 millones de unidades, encarna esta rareza digital sin precedentes.
A diferencia del oro, cuyas reservas reales siguen siendo opacas (¿quién sabe qué se esconden las bóvedas de Fort Knox?), Cada bitcoin es rastreable, verificable e imposible de duplicar. Una transparencia revolucionaria.
Asselineau destaca una paradoja: Francia posee 2.436 toneladas de oro pero sigue siendo vulnerable a las crisis monetarias de confianza.
Al asignar del 5 al 10% de sus reservas a Bitcoin, diversificaría su arsenal financiero. Una apuesta audaz pero calculada.
Recordemos que El Salvador, un pionero en este campo, ya ha convertido parte de su tesoro público en Bitcoin, desafiando el FMI. El resultado? Una economía menos dependiente del dólar y una afluencia de capital innovador.
La minería, a menudo criticada por su impacto energético, se convierte en un activo geopolítico aquí. Al valorar los excedentes de energía (como en Finlandia, donde los centros de datos calientan las ciudades), Francia podría transformar una restricción ecológica en una palanca industrial. Una idea que sacude los dogmas: ¿qué pasaría si Bitcoin no fuera el problema, sino parte de la solución?
Digital Euro vs Bitcoin: la batalla invisible por la libertad financiera
Detrás de las promesas de la modernidad, el euro digital esconde una trampa formidable: la vigilancia total. Programable, rastreable para infinito, abre la puerta a un crédito social de estilo chino.
Marvin Scarella, un experto invitado por UPR, resume: “Con el euro digital, su billetera se convertirá en un soplón. Bitcoin, por otro lado, sigue siendo una caja fuerte personal ”.
La diferencia es crucial. Mientras que el BCE está considerando limitar el uso de efectivo (ya limitado a € 1,000 en Francia), Bitcoin permite transacciones sin permiso, eludir sanciones y controles.
Una herramienta vital para países bajo embargo, como Venezuela o Irán, pero también para los ciudadanos comunes. ¿Sabía que el 12% de la población francesa ya tiene criptomonedas? Una marea silenciosa, ignorada por las élites.
En este contexto, la propuesta de Asselineau no es simplemente económica: es eminentemente política. La constitucionalización del efectivo y la adopción de Bitcoin es rechazar el dominio de los bancos en nuestras vidas.
Asselineau no propone un vuelo especulativo hacia adelante, sino una estrategia de soberanía. La integración de Bitcoin en las reservas francesas es anticipar el colapso de las monedas fiduciarias al tiempo que protege las libertades individuales a pesar de que también ha perdido un apoyo clave contra el oro.
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Fascinado por Bitcoin desde 2017, Evariste ha investigado continuamente el tema. Si bien su interés inicial estaba en el comercio, ahora busca activamente comprender todos los avances centrados en las criptomonedas. Como editor, se esfuerza por ofrecer constantemente trabajos de alta calidad que reflejen el estado del sector en su conjunto.
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