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El fracaso de las criptomonedas no es solo la caída en picado de las pérdidas financieras durante el último año, sino también los efectos devastadores que la moneda digital ha tenido en nuestro planeta.
¿Por qué es malo para el medio ambiente? En pocas palabras, la cantidad de energía necesaria para impulsar las criptomonedas pone millones de toneladas métricas de carbono en el aire. La peor criptomoneda de todas es Bitcoin, la forma original de criptografía y la más grande.
Para poner algunas cifras en perspectiva, cada transacción de Bitcoin utiliza actualmente 1201,34 kWh de electricidad. Esto es equivalente al consumo de energía de un hogar estadounidense promedio durante 41,8 días. Cuando observa las cifras de energía requerida para la minería de Bitcoin en los últimos doce meses, es más que la cantidad de energía que Argentina ha consumido en un año, según un estudio del Centro de Finanzas Alternativas de Cambridge.
El problema de la minería
La raíz del daño ecológico de las criptomonedas proviene de la minería de Bitcoin, pero no es el tipo de minería que piensas. La minería de combustibles fósiles involucra maquinaria pesada, excavación, mucho trabajo físico y logística. La minería de Bitcoin es tan simple como encender un servidor de computadora.
La facilidad de acceso puede convertir a cualquier mortal en minero en cuestión de minutos (y unos pocos servidores de procesamiento complejos que cuestan miles de dólares cada uno).
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La moneda descentralizada depende de que su comunidad compita para resolver ecuaciones matemáticas complejas utilizando una gran red de servidores informáticos. Cada servidor está luchando para llegar primero a la solución, pero solo puede haber un ganador. Es una carrera contra el tiempo, con el dueño del servidor siendo recompensado en Bitcoin por cada respuesta correcta.
Pero el efecto general de esta minería en las emisiones de carbono es tremendo. Según los informes, la producción de Bitcoin emite casi media tonelada de dióxido de carbono durante cada transacción. Solo este volumen de emisiones requeriría la plantación de 300 millones de árboles para compensar esta cantidad de CO2.
No es de extrañar que nueve países hayan prohibido la producción de criptomonedas. Con China fuera de escena, EE. UU. se ha convertido en el principal minero de Bitcoin.
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Muchas empresas mineras de Bitcoin están invadiendo plantas de carbón obsoletas que estaban en crisis financiera, y ponerlas en uso tiene efectos perjudiciales que llevan a Greenpeace a comenzar una campaña por un cambio. Kentucky se ha lanzado primero a la línea de meta como si fuera una carrera por las rosas como resultado de sus incentivos fiscales.
La industria de Bitcoin incluso tiene un eslogan de marketing. «Change The Code, Not The Climate» es una iniciativa lanzada a principios de este año que enfatiza que el mundo aún puede existir con criptomonedas y un clima saludable.
¿Cuál es la solución?
No todas las criptomonedas son una amenaza para el medio ambiente. Por ejemplo, Ethereum, la segunda forma más grande de criptografía, adoptó recientemente una forma amigable de producción. Alejándose del modelo de prueba de trabajo de Bitcoin, la producción de prueba de participación de Ethereum implica mucha menos potencia informática, utilizando solo 0,02 kWh por transacción.
Pero mientras la minería de Bitcoin siga siendo rentable, debemos implementar iniciativas que también la hagan sostenible. Aprender de otras monedas, como Etherium, podría ser el santo grial sobre cómo podemos revertir los efectos del cambio climático mientras allanamos el camino para un futuro más verde, donde las criptomonedas y un medio ambiente saludable puedan coexistir.
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