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En los primeros días del capital de riesgo criptográfico, entre 2012 y 2017, el panorama estaba definido por una sensación de gran optimismo e incertidumbre. Las empresas de capital de riesgo se sintieron atraídas por el potencial sin explotar de la tecnología blockchain, y a menudo invirtieron en redes que prometían soluciones transformadoras pero que carecían de marcos sustanciales para hacer realidad estas visiones.
En esta etapa, los inversores frecuentemente priorizaban proyectos basándose en su potencial de crecimiento explosivo, pasando por alto las métricas comerciales o la viabilidad de la tecnología que estaban produciendo. El proceso de diligencia debida fue relativamente mínimo, lo que provocó una mayor volatilidad y, en algunos casos, el fracaso de proyectos, incluso aquellos que obtuvieron una financiación sustancial.
El entusiasmo del mercado condujo a una cultura de especulación, donde las inversiones a veces se hacían basándose en una intuición en lugar de un análisis exhaustivo de la tecnología o la adecuación del mercado.
Este entorno atrajo no sólo a inversores y fondos de capital de riesgo experimentados, sino también a recién llegados deseosos de participar en lo que parecía una fiebre del oro. Como resultado, surgieron proyectos y redes con documentos técnicos ambiciosos y promesas poco realistas. Sin embargo, pocos tenían la experiencia y la orientación para cumplir con sus reclamos.
A medida que los mercados maduraron, las deficiencias de las primeras estrategias de capital de riesgo se hicieron evidentes. Para salvar las apariencias, muchas firmas de capital de riesgo que solo habían sumergido sus pies en blockchain se retiraron rápidamente de la industria por completo. Sin embargo, esto allanó el camino para un enfoque más cauteloso y estratégico centrado en aplicaciones, infraestructura y tecnologías emergentes del mundo real que proporcionaron una sensación de estabilidad y sostenibilidad al mercado de las criptomonedas.
Este cambio refleja una tendencia más amplia en la financiación de capital de riesgo, donde los inversores evalúan cada vez más lo que un proyecto y una red pueden ofrecer más allá de un producto o solución concreta. El impacto social y ambiental es cada vez más importante para los capitalistas de riesgo, ya que su objetivo es apoyar proyectos de blockchain que unan a las comunidades.
A medida que las organizaciones e industrias intentan equilibrar la rentabilidad con los valores y presiones sociales cambiantes, las iniciativas y movimientos arraigados en la responsabilidad social corporativa también han cambiado la forma en que los fondos de capital de riesgo se relacionan con las nuevas empresas.
Ahora más que nunca, los capitalistas de riesgo tienen como objetivo apoyar proyectos y redes que aborden desafíos globales y fomenten comunidades de usuarios motivados por algo más que ganancias financieras. La industria blockchain no está exenta de esto.
Por ejemplo, la firma web3 VC DFG ha apoyado la red Ethereum desde 2017 y se ha mantenido profundamente arraigada en todo su ecosistema mediante el empleo de estrategias e inversiones holísticas en proyectos en etapa inicial. Recientemente, la empresa compartió un informe que destaca su dedicación generalizada para ayudar a Ethereum (ETH) y su comunidad y cómo ha evolucionado su estrategia a lo largo de los años.
En esencia, está abriendo el telón sobre cómo un fondo nativo de web3 se niega a permanecer estancado. Si bien DFG ha invertido en notables proyectos de Ethereum que promueven el desarrollo en sectores como el escalado de capa 2, NFT, prueba de participación, liquidación automatizada e infraestructura, el impacto social se ha convertido en un área clave de atención. Esto incluye asociaciones con ONG como UNICEF para explorar cómo aprovechar la tecnología blockchain para iniciativas globales positivas relacionadas con la educación y el desarrollo económico.
La participación de la comunidad también se ha convertido en un punto focal importante para las empresas de capital de riesgo, ya que reconocen la importancia de fomentar la colaboración dentro del ecosistema. Los capitalistas de riesgo que se sienten atraídos por proyectos web3 centrados en la comunidad buscan inspiración en operaciones descentralizadas e impulsadas por la comunidad, lo que ofrece un refrescante contraste con las nuevas empresas tecnológicas tradicionales.
Las ganancias financieras son importantes, pero no lo son todo. Los fondos de capital de riesgo en blockchain todavía están vivos y coleando, pero ahora están ayudando a crear un panorama más sostenible y responsable, asegurando que el potencial transformador de la tecnología blockchain también se aproveche para un bien mayor.