La Unión Europea está mejorando el papel del Banco Central Europeo para supervisar los riesgos climáticos y los activos digitales en el sector bancario.

Esta medida viene acompañada del alcance cada vez mayor de los riesgos que enfrenta el sector bancario, en individual los asociados con el cambio climático y el floreciente campo de los activos digitales.

Según el nuevo mandato, las responsabilidades del BCE ahora abarcarán la supervisión de las estrategias de transición de los bancos hacia una economía neta de carbono cero que abarcará las próximas tres décadas. Este avance coloca al BCE a la vanguardia de la supervisión de cómo los bancos se preparan y se adaptan a los cambios ambientales, lo que se considera cada vez más crítico dados los riesgos financieros potenciales del cambio climático.

Además, la jurisdicción del BCE se amplía para incluir la supervisión de los servicios de criptoactivos propiedad de los bancos. Este cambio refleja la creciente importancia de los activos digitales como Bitcoin (BTC) en el panorama financiero y la necesidad de marcos regulatorios sólidos para gestionar los riesgos asociados, como el lavado de dinero.

Se espera que esta ampliación de poderes acerque el enfoque de los reguladores bancarios europeos hacia las cuestiones relacionadas con el clima. Anteriormente, había tensión sobre la agresividad con la que el BCE debería aplicar las políticas relacionadas con el clima, y ​​algunos miembros de la junta eran cautos a la hora de sobrepasar el mandato de la institución.

La reforma también faculta al BCE para supervisar los negocios de arrendamiento operativo propiedad de los bancos. Si bien tradicionalmente no están en el centro del enfoque regulatorio, estos negocios presentan desafíos únicos, como lo demuestran problemas como la integración de TI en LeasePlan de Societe Generale SA.

En individual, la decisión de la UE de fortalecer el papel del BCE se make en medio de un contexto más amplio de ajustes regulatorios. Por ejemplo, ha habido una reducción de los estándares internacionales para el capital bancario, redactados inicialmente en respuesta a la crisis financiera de 2008. Además, las reformas no cumplieron plenamente las expectativas del BCE con respecto a los procesos de investigación de los altos directivos bancarios.

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