En un reciente caso decidido por la Corte Suprema de los Estados Unidos, la jueza Amy Barrett dijo que a menudo las personas inocentes son responsables por fraudes que no cometieron personalmente. El caso en cuestión involucró a una pareja que compró una casa como inversión para arreglar y cambiar en San Francisco. La remediación de la propiedad fue llevada a cabo por el novio de la mujer y la casa se vendió posteriormente a otro comprador sin revelar todos los detalles materiales de la propiedad. El comprador descubrió varios problemas después de comprar la casa y demandó a la pareja por fraude. El jurado otorgó al comprador una sentencia de $200,000 y la pareja se declaró en bancarrota.

Cuando se les negó la cancelación de la deuda durante el proceso de bancarrota, la jueza Barrett analizó la sección del Código de Quiebras en cuestión y concluyó que el Congreso decidió que permitir que se pagara a los acreedores era más importante que darles un nuevo comienzo a las personas inocentes involucradas en una relación comercial con una persona que cometió fraude. Barrett encontró apoyo para su opinión en un caso de 1885 que involucraba una deuda de sociedad fraudulenta y un socio inocente.

La ley de California también impuso responsabilidad a ambas partes involucradas, lo que significa que, si no hubiera existido esta ley, la mujer podría haber obtenido la cancelación de la deuda. El caso fue una junta unánime, aunque la jueza Sotomayor emitió una opinión concurrente que buscó aclarar los actos fraudulentos que involucran a socios comerciales que ocurren dentro del alcance de las actividades previstas de la sociedad.

En resumen, este caso es una advertencia para confiar en los socios comerciales bajo propio riesgo. Las irregularidades, aunque desconocidas, pueden crear responsabilidades potenciales para los involucrados. Los matices sutiles de este caso seguirán siendo discutidos en los tribunales durante décadas.

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En el caso Bartenwerfer v. Buckley, se discutió si una persona inocente podía cancelar su deuda en una bancarrota relacionada con un fraude en el que estuvieron involucrados, pero ella no participó. La jueza Amy Barrett de la Corte Suprema de EE. UU. escribió una opinión en la que indicó que, aunque Kate Bartenwerfer no cometió el fraude, su asociación comercial con su esposo la hacía responsable de la deuda. La decisión fue unánime, pero la jueza Sotomayor emitió una opción concurrente para aclarar que la decisión se limitaba a actos fraudulentos dentro del alcance de las actividades previstas de la sociedad. En normal, el mensaje es que debemos tener cuidado al elegir un socio comercial porque sus acciones pueden tener consecuencias legales para nosotros, incluso si somos inocentes.

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