Un empresario brasileño murió y tres personas resultaron heridas en un aparente asesinato perpetrado por mafiosos en el aeropuerto internacional de São Paulo en Guarulhos.

Las víctimas quedaron atrapadas en una lluvia de balas cuando un hombre armado con un rifle abrió fuego desde el interior de un automóvil negro estacionado frente a la terminal 2 del aeropuerto, que se utiliza principalmente para vuelos nacionales.

La policía identificó al hombre muerto como Antônio Vinícius Lopes Gritzbach, que anteriormente había recibido amenazas de muerte del Primer Comando Capital (PCC), el sindicato criminal más poderoso de Brasil.

Según los informes, los fiscales describen a Lopes Gritzbach como un hombre de negocios que trabajaba con bitcoins y criptomonedas. Según los informes, había sido acusado de lavado de dinero y recientemente había llegado a un acuerdo de culpabilidad con los fiscales locales para hablar sobre sus vínculos con la organización criminal, dijo la policía.

La policía aún no ha determinado el número de hombres armados involucrados en el ataque.

Las imágenes publicadas en las redes sociales mostraron las secuelas del ataque con dos víctimas tendidas en el suelo.

Creado en agosto de 1993, el PCC se ha convertido en la facción criminal más temida de Brasil, conquistando mercados de drogas, rutas de contrabando, barrios marginales y prisiones en todo Brasil, incluso en rincones remotos del Amazonas.

También se convirtió en un actor importante en otros países sudamericanos, como el vecino Paraguay, donde el grupo ha sido culpado de robos a mano armada, atentados con bombas y asesinatos selectivos multimillonarios.

En los últimos años, el grupo ha aumentado sus vínculos internacionales, forjando alianzas lucrativas con socios que incluyen productores de cocaína bolivianos y mafiosos italianos.

El PCC cuenta con decenas de miles de miembros y una creciente cartera de intereses, incluidas minas de oro ilegales en el Amazonas. Controla una de las rutas de tráfico más importantes de América del Sur –que une a Bolivia y Brasil con Europa y África– y es en parte responsable de un tsunami de cocaína que ha provocado atentados con coches bomba, asesinatos y tiroteos en partes de Europa.

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