La quiebra del exchange de criptomonedas FTX, obviamente, no es el primer caso de este tipo en la historia. Obvio que no es la primera vez que una entidad financiera pierde el dinero de sus clientes debido a la imprudencia. Lo que normalmente ocurre es que las deudas se van acumulando y los activos se tornan demasiado tóxicos. A partir de cierto punto, el ente entra en peligro de insolvencia. El rumor se esparce y se produce un “bank run”. Pero no hay la liquidez suficiente para atender a todos los clientes. El ente, entonces, cerra sus puertas. Y muchos pierden sus ahorros trágicamente. Esta canción no es nueva. El mundo no comenzó el día que Satoshi Nakamoto publicó su White Paper. De hecho, al parecer, es mucho más viejo.
En el Estados Unidos del siglo XIX, la quiebra de un banco era el pan nuestro de todos los días. Me refiero a la era del “wildcat banking”. Este salvaje oeste, de hecho, se parece mucho a la utopía libertaria que tanto se promueve en el espacio cripto. En aquel entonces, el problema del wildcat banking tenía dos soluciones. Una corriente defendía la autocustodia, el oro, el granjero yeoman y la democracia jeffersoniana como solución. Esta es una solución basada en el individualismo, la autosuficiencia y el antiestatismo. Muy en la tradición de la ética protestante de los puritanos reformistas. “Esta tierra es mi tierra”. “Cultiva tu propio alimento”. “Mi oro, conmigo”. Pro-vida. Pro-familia. Pro-Dios. Pro-armas.
Esa es la corriente conservadora. El Estados Unidos rojo, rural, blanco, trabajador, protestante y añoso. Los conservadores quieren conservar. ¿Conservar qué? El pasado. Los conservadores son esencialmente reaccionarios en el estilo “de antes era mejor”. Lo que se quiere es restaurar los valores tradicionales. Palabras más, palabras menos, estamos hablemos de las ideas del liberalismo clásico, la ilustración y la reforma, tan populares en la época victoriana.
¿Cuándo se perdió el paraíso? Con la llegada de la administración de Franklin Delano Roosevelt y con la implementación de las teorías económicas de John Maynard Keynes. La solución a la Gran Depresión. Aquí surge el archienemigo del conservador: El progresista. El conservador quiere conservar el pasado con el individuo en el centro. El progresista quiere cambiar el futuro con el Estado en el centro.
¿Cuál es la solución de los progresistas para el problema del “wildcat banking”? Al contrario de la autocustodia de los conservadores, los progresistas han apostado por la regulación, los seguros y la creación de un “prestamista de último recurso”. Y me temo que esta es la solución que ha prevalecido después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Esta es la solución establecida. Pero la solución conservadora todavía se mantiene viva en muchos círculos. Aún vive, por ejemplo, en muchos libertarios, muchos escarabajos del oro y muchos bitcoiners. No podemos decir, sin embargo, que todos los conservadores de hoy defienden la autocustodia como solución única, porque eso no es cierto. Con el tiempo, la mayoría se ha adaptado. Y han asumido posturas más moderadas en este respecto. O sea, ya aceptan muchas soluciones “progresistas” como suyas.
El manejo de la crisis financiera del 2008 es un ejemplo de esta “moderación” por parte de los conservadores más modernos. Debemos recordar que las medidas de rescate implementadas fueron ejecutadas por agentes conservadores durante una administración conservadora (la del segundo Bush). Este pragmatismo surgió por necesidad. O sea, se hizo lo necesario para evitar una catástrofe financiera. Y se utilizaron las lecciones aprendidas de la Gran Depresión para tomar las soluciones necesarias. Por cierto, dichas medidas fueron aprobadas por ambos bandos (conservadores y progresistas). Y cabe destacar que Ben Bernanke, el director de la Reserva Federal de los Estados Unidos para el periodo, ganó el Premio Nobel de Economía de este año a razón de sus aportes académicos al tema de las crisis financieras.
Ahora bien, el debate en torno a la autocustodia en el espacio cripto no es únicamente un asunto práctico. Si se tratara de un asunto práctico únicamente, la opción se presentaría, sin mucha pasión, con sus cons y contras, y ya. Este no es el caso. En este espacio, el tema despierta muchas pasiones. Porque toca viejas heridas de viejas rivalidades.
Obvio que la autocustodia no es una panacea. Y no es para todo el mundo. La frase “No tus llaves, no tus monedas” es una exageración paranoica bastante equívoca. Porque “custodia” no es un sinónimo de “propiedad”. Igualar ambos conceptos como idénticos en una misma frase es una falacia. Es propaganda. Y un abuso del lenguaje.
No hay que ser un genio para saber que podemos dar nuestros activos en préstamo a un tercero con la intención de obtener ingresos, productos y servicios adicionales. Este préstamo es un activo para el acreedor y un pasivo para el deudor. En esta dinámica prestamista-prestatario, el custodio no es el propietario. Y el propietario no es el custodio.
Supongamos que doy en préstamo un libro a una amiga. Yo sigo siendo el propietario del libro. ¿No? Sin embargo, el libro no está en mis manos. La custodia no es mía. Esta relación obviamente implica un gran riesgo. El riesgo de impago o daño a la propiedad. ¡Adiós, libro! Pero la existencia de ese riesgo no es una renuncia al derecho a la propiedad.
Este riesgo se presenta en toda relación prestamista-prestatario. Aplica para el inquilino que usa un inmueble. Aplica para los propietarios de un Gift Card de Amazon. Aplica para las millas en la programa de fidelidad de una aerolínea. Aplica para la persona que renta un automóvil por unos días. Y aplica para persona que pagó la cena hoy con la esperanza de que su amigo pague la cena para la próxima. ¿La existencia de ese riesgo amerita abolir por completo la relación prestamista-prestatario?
¿Cuál es la solución, entonces? ¿Nunca prestar libros? Nunca prestarle nada a nadie hasta el fin del mundo ciertamente es una opción. Pero, ¿qué ocurre si tengo un problema de polilla en mi biblioteca? Es decir, la autocustodia no está libre riesgos. La autocustodia no nos protege de los vaivenes del precio, por ejemplo. El precio del token Luna y del token FTT es el mismo ahora para los tenedores autocustodiados que para los tenedores no autocustodiados. La autocustodia no siempre nos protege del robo o el hackeo, por ejemplo. Y, en caso de emergencia, no hay mucho ayuda en camino para los autocustodiados. ¿Te olvidaste tu llave? ¿Surgió un problema técnico? Ouch. Adiós a tus monedas. ¿Quieres emitir un préstamo convencional para obtener ingresos adicionales o para beneficiarte de determinados productos y servicios ofrecidos por un tercero? No, el dinero se debe colocar debajo del colchón. La autocustodia es tranquila, pero solitaria.
¿Y la criptografía avanzada, la descentralización, la multifirma, etc? Bueno, estas son soluciones alternativas para muchos. Adelante. Ahora bien, muchos gremios, fondos u organizaciones están obligados por sus estatutos a utilizar servicios de custodia independientes, regulados y certificados. ¿Y esto por qué? Porque, en un sistema regulado, los riesgos asociados a los servicios de custodia cuentan con un sistema de garantías, seguros y coberturas. ¿Robo? Hay seguros y coberturas para eso. ¿Quiebra? Hay seguros y coberturas para eso. ¿Iliquidez? Hay seguros y coberturas para eso.
Caso FTX. En este caso, estamos hablando de un nobanco no regulado. Se podría decir que se trata de un wildcat bank al estilo del Salvaje Oeste. ¿Robo? ¿Quiebra? ¿Iliquidez? En este caso, no hay seguros ni coberturas. ¿Cómo reaccionan los conservadores? Ellos reaccionan resaltando las virtudes de la autocustodia, porque es la solución conservadora por defecto.
¿Y la regulación? ¿Por qué no alentar mejores servicios de custodia (con garantizas, coberturas y seguros)? No es fácil, para un conservador radical, aceptar la «solución progresista». O sea, la idiosincrasia se convierte en un muro. Entonces, no es simplemente un asunto de las distintas opciones, con sus pros y contras. Este tema se torna político con mucha facilidad. Lo que normalmente quiere decir se torna irracional y visceral con mucha facilidad.
En lo personal, apoyo las soluciones mixtas y plurales. La autocustodia es una opción válida. Pero los servicios de custodia también son opciones válidas. Ambas con sus pros y contras. El individuo, al tener varias opciones a su alcance, puede juzgar la opción (o mezcla de opciones) que mejor le convenga en su caso particular.
El fanatismo, con sus soluciones únicas y absolutas, no es muy práctico. ¿Wildcat banking o autocustodia? Este es un falso dilema que presenta la autocustodia como la única opción viable debido a un sesgo ideológico. Lo cierto es que todo problema cuenta con más de una solución.
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