Nuevos eventos han provocado un inesperado pánico en los inversores. Lo que se transformó en una gran caída para el precio de Bitcoin y las demás criptomonedas. Esta última crisis de confianza surge debido a los problemas de liquidez del exchange FTX. Exactamente. Leyeron bien. El exchange FTX, propiedad del flamante Sam Bankman-Fried, se ha declarado en bancarrota. Lo que significa que seguramente muchas personas perderán sus ahorros en este nuevo revés para la industria cripto. Muy lamentable.
Obvio que Bitcoin no es únicamente un código en una base de datos descentralizada. Bitcoin es mucho más. Bitcoin es una causa. Bitcoin es una comunidad. Es una inversión. Es una tasa. Y es una industria. Todo eso se mezcla en el imaginario colectivo para formar un mismo pastel. Entonces, cuando uno de los principales actores de la industria colapsa, eso crea una crisis de confianza que se esparce como la plaga. Y ese cambio del sentimiento genera pérdidas financieras.
Claro que en este espacio hay mucho fanático desubicado que todo lo soluciona citando viejos dogmas liberatorios y culpando a la víctima. “No tus llaves, no tus monedas”. “Ese es el problema con los exchanges centralizados”. Y así va la canción. Pero, ¿qué es un código sin demanda? ¿Cuánto vale un código que nos inspira confianza? Debemos recordar que todas estas estructuras (centralizadas o no) captan capitales. Crean demanda. Y esa demanda es la sube los precios.
No todos somos bitcoiners idiosincráticos promoviendo una insurrección monetaria para crear una utopía libertaria de individualismo radical. Muchos de nosotros somos inversores pragmáticos que compramos Bitcoin como inversión. Y, de esta forma, aspiramos a crecer financieramente. Si el usuario encuentra utilidad en los exchanges centralizados, el usuario cuenta con la libertad de hacerlo. ¿Por qué imponerle dogmas a los demás? ¿Por qué limitar al ibre mercado con grilletes ideológicos?
Ahora bien, dejar que el libre mercado haga su mágia no implica que todos los actores sean honestos. Tampoco implica que los daños ocasionados por los actores deshonestos (o imprudentes) sean la responsabilidad de las víctimas. El responsable de la injuria es el causante de la injuria. Libre mercado no significa que los estafadores, falsos, ineptos y bandidos tengan licencia para hacer y deshacer con total indulgencia. La protección de los honestos no es la autarquía y la paranoia. La protección de los honestos es la ley y la justicia.
La bancarrota de un negocio no significa que la humanidad debe abolir por completo la estructura moderna comúnmente denominada como corporación. No exageremos, amigos criptofanaticos. Lo que se requiere son buenas prácticas en el marco de una mejor regulación y más transparencia.
¿Qué pasó? Con el colapso de los precios, cayeron plataformas como Voyager y BlockFi. Luego, cayó un fondo de cobertura, Three Arrows Capital. Y, finalmente, cayó el prestamista Celsius. El asunto se puso bastante feo por un momento. Pero la cosa no pasó a mayores. Porque los dolientes en su mayoría eran minoristas independientes. Entonces, la crisis se limitó a un cerco limitado.
02 de noviembre: Se da a conocer que la empresa Alameda Research, propiedad de Sam Bankman-Fried, tenía una cantidad significativa de FTX token, el token nativo del exchange FTX. Al mismo tiempo, el exchange FTX, propiedad también de Sam Bankman-Fried, le permitía a Alameda tomar grandes préstamos usando sus propios tokens como colateral. En otras palabras, lo que aquí teníamos era una jugarreta bastante deshonesta. El colateral del esquema descansaba sobre su propio token. Puro aire.
Coindesk reveló esto y se formó un “bank run”. En consecuencia, el precio del token colapsó creando así un grave problema de liquidez para el exchange.
06 de noviembre: Binance busca liquidar sus tenencias debido a «recientes revelaciones».
Estamos hablando del tercer criptoexchange más grande del mundo. Sequioia, Soft-Bank y otros fondos tenían dinero en el lugar. Mucha gente, seguramente, perderá sus ahorros con esta quiebra. Lo que es sumamente triste y lamentable.
Muchos quieren salir. Nadie quiere entrar. El colateral pierde todo su valor debido a las ventas de pánico. La empresa no puede cumplir con sus compromisos. Pide rescate. Pero nadie quiere meterse en ese lío, porque la toxicidad es demasiada. Binance, el exchange rival, coquetea por un momento con la idea de comprar el negocio. Pero se retracta al ver el tamaño del desastre.
09 de noviembre: En efecto, Binance se retira oficialmente del acuerdo de compra. El mercado de las criptomonedas se tiñe de rojo. Bitcoin alcanza un mínimo no visto en años.
En el papel, los activos superaban los pasivos. Pero, ¿cuáles eran estos activos tan “valiosos”? Los mismos tokens creados por el propio exchange y sin mucho respaldo. Se trataba de un castillo de naipes. El caso de FTX es, particularmente, irónico. Porque Sam Bankman-Fried, el despeinado fundador de FTX, desde el principio de esta criptocrisis a la Lehman Brothers, se habia presentado como un salvador al estilo de un J.P. Morgan en el pánico de 1907. Este personaje ofreció, en más de una oportunidad, rescatar a los afectados. Este truco publicitario sirvió para crear una ilusión de una “solvencia” que al parecer nunca tuvo. Ahora resulta ser que el salvador necesita ser salvado. Entonces, esa supuesta solvencia no era tal. Sam nos estaba vendiendo aire.
11 de noviembre: FTX, FTX US y Alameda se acogen al capítulo 11 de la ley de bancarrota en Estados Unidos. Sam Bankman-Fried dimite
¿Qué pasó? En resumen: Trampas contables. Engaños. Fanfarronería. Mucho teatro. Y muchos trucos publicitarios.
Se repite la historia de Celsius, Terra/Luna, Three Arrows Capital, y Voyager Digital. Para una empresa, no es muy complicado escribir en un libro que los activos superan los pasivos. Luego, usar estos supuestos activos para obtener financiamiento. Pero, ¿cuál es la calidad de estos activos? Si el colateral se desploma, ese balance entre activos y pasivos se rompe. La calidad en este caso se mide en estabilidad. Un activo demasiado volátil y demasiado ilíquido no es un colateral de calidad.
Lo que ocurre es que muchas criptoempresas colocan sus propios tokens en la lista de los activos. Están solventes en el papel. Pero un rumor puede causar ventas masivas reduciendo el valor del token en cuestión de horas. Por ende, los pasivos se vuelven gigantes en relación a unos activos depreciados.
Con esta nueva quiebra, muchas personas han perdido sus ahorros. La destrucción de riqueza, en cuestión de días, ha sido muy grande. Lo que es muy lamentable. En mi opinión, no hay mucho que celebrar aquí. Esta crisis no puede verse simplemente como una oportunidad para comprar. Es necesario que todo esto se sopese como inducciones de la irresponsabilidad, la imprudencia y la trampa que todavía abundan tanto en esta industria.
Eso, naturalmente, incrementa el escepticismo de los inversores en torno a Bitcoin y a las criptomonedas en general. O sea, este es un duro golpe a la credibilidad de la industria. La confianza se puede perder en un segundo. Pero no se recupera con tanta facilidad. Tomará tiempo. Esta racha bajista, ahora, se ha complicado un poco más.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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