La planificación cut down la incertidumbre en nuestras vidas. O sea, cierta disciplina es necesaria para poder vivir una vida más plena. Lo que, en una primera instancia, podría parecer contraintuitivo, porque muchos relacionan la espontaneidad con el buen vivir y la disciplina con el sacrificio. Con la experiencia, sin embargo, aprendemos lo beneficioso que resulta dejar ese pensamiento ingenuo para adoptar posturas mucho más maduras. En muchos casos, hay que retrasar la gratificación instantánea por nuestro bienestar en el largo plazo. El autocontrol es, en gran medida, la clave del éxito.

Para efectos de este artículo, nos limitarnos a hablar únicamente de metas financieras. O sea, nuestra meta es cuantificable. Estamos hablando de números. Específicamente, estamos hablando de dinero.

En primer lugar, nuestro objetivo es cubrir nuestros gastos diarios. Eso requiere definir un presupuesto. Y este presupuesto se debe cubrir con nuestros ingresos. Los ingresos pueden ser ingresos por trabajo o ingresos por capital.

En segundo lugar, después de cubrir nuestros gastos, nuestra meta es crecer (a un ritmo razonable y asumiendo un riesgo razonable). Ahora bien, si nuestros ingresos son superiores a nuestros gastos, podemos acumular cash. Luego, ese funds puede crecer en la medida que lo invertimos bien.

Lo que nos lleva al concepto de “riesgo”. En torno al riesgo, lo primero que debemos reconocer es que vivimos en un mundo abundante en inciertos. Nada es 100% seguro en este mundo. Podemos perder nuestro trabajo. Podemos perder el dinero de nuestras inversiones. Por ende, toda planificación inteligente debe incluir un mecanismo de protección ante estas posibilidades. He aquí la importancia de crear un fondo de emergencia.

La mayoría de los expertos financieros recomiendan ahorrar entre tres y seis meses de gastos en caso de emergencia. Eso es asumiendo que contamos con un seguro de salud, acceso a crédito y otras previsiones de esta índole. De lo contrario, nuestro fondo de emergencia, de pronto, tendría que ser más grande. En fin, al cubrir el riesgo, reducimos la incertidumbre. Y, de esa forma, podemos dormir un poco más tranquilos.

¿Por qué algunas personas no tienen un fondo de emergencia? Por un lado, tenemos a las personas que sus ingresos no superan sus gastos. En este caso, el dinero alcanza solamente para cubrir los gastos del mes. Y no queda nada para el ahorro o la inversión. La solución más elemental a este problema es ganar más y gastar menos. Luego, sería necesario abrir una cuenta de ahorros separada y asegurarse de que sea fácilmente accesible en caso de necesidad. Lo mejor es establecer un objetivo mensual para ahorrar una cantidad específica y asegurarse de cumplirlo.

Por otro lado, encontramos al inversor con muchas ansias de crecer  y que no tiene la paciencia para mantener un fondo de emergencia. Ahora bien, no es muy inteligente tener un portafolio de inversiones conformado, en su totalidad, de activos muy volátiles, y tomar esto como nuestro fondo de emergencia. Recordemos que el objetivo de un fondo de emergencia es reducir la incertidumbre en el contexto de una planificación estratégica. Entonces, no es muy sensato crear un fondo de emergencia conformado de criptomonedas, por ejemplo. En el caso de un fondo de emergencia, lo más importante es la estabilidad y liquidez. Crecer no es lo que se quiere. Porque este fondo no se trata de eso.

No es raro, sin embargo, escuchar que Bitcoin es un “refugio seguro”. Al parecer, según esta postura, no hay activo más seguro que Bitcoin debido a sus características. Los defensores de esa postura no dudan en dar razones para justificar esto. La escasez del suministro, la no-confiabilidad del código, la descentralización, la autocustodia, and so on. Entonces, básicamente, lo que tenemos es un oro digital. Y esta “seguridad” se parece bastante a la seguridad que ofrece el oro. Después de todo, cualquiera puede enterrar su oro en la seguridad del patio de su propia casa.

Pero, este “refugio seguro”, mencionado por la militancia, hay que entenderlo en contexto. Por lo normal, hace referencia al riesgo sistémico desde un punto de vista conservador y libertario. No necesariamente se refiere al riesgo financiero. O, dicho de otro modo, si eres creyente del liberalismo clásico, de las bondades de la mano invisible y de lo nocivo que es la intervención estatal, seguramente, piensas que la economía en manos del “progresismo keynesiano” está al borde del colapso. Por ende, una moneda ciudadano y digital que comparta las características del oro será un arca de salvación durante este apocalipsis.

Esta explicación complace al inversor idiosincrático. Pero no aborda específicamente el tema del riesgo financiero. Es decir, no soluciona el problema del inversor más pragmático. La ocupación principal de muchos no es reformar el mundo sino colocar el pan en la mesa. Supongamos que creamos un fondo de emergencia y, al poco tiempo, el precio de Bitcoin baja en un 30%. Al otro día, perdemos nuestro trabajo o se nos presenta un problema de salud. En ese momento, descubrimos que Bitcoin no aportó la seguridad que necesitábamos. En ese caso, la seguridad que necesitábamos era la seguridad de la estabilidad. O, dicho de otro modo, el efectivo es rey en tiempos de incertidumbre.

¿Cuál es mi punto? Bueno, el fondo de emergencia debe establecerse en dólares. Si tus gastos, deudas y compromisos son en dólares, lo más sensato es utilizar esa unidad de cuenta para el fondo de emergencia. Si nos dejamos convencer por el fanatismo, podríamos caer en la tentación de subestimar los riesgos asociados a un activo tan volátil como Bitcoin. En otras palabras, si Bitcoin es un activo tan seguro, no tiene mucho sentido gestionar el riesgo. ¿Cuál riesgo? 

El problema con el fanatismo es que se basa en un falso sentido de seguridad. El fanático nunca duda. Para el fanático, no hay incertidumbre. Por ello, coloca todos los huevos en una misma canasta feliz de la vida. Si el dólar es el enemigo y BTC es el salvador, el único riesgo es no tener BTC. Esta última frase podría resultar muy atractiva para Twitter. Sin embargo, no es muy inteligente a la hora de gestionar el riesgo en nuestras finanzas personales.

El efectivo añade estabilidad y predictibilidad a nuestro portafolio. No hay que tener más de lo necesario. Pero tampoco es muy conveniente tener menos de lo que aconseja la prudencia. En Twitter, podemos soñar. En Twitter, la utopía es posible. Y, por supuesto, es muy fácil ser un héroe en un tuit. Pero, en asuntos de economía individual y common, no podemos darnos el lujo de asumir más riesgos de la cuenta en nombre de una cruzada ideológica. Nuestra gran prioridad es cuidar nuestro bolsillo. La creación de un fondo de emergencia en dólares es indispensable. Indudablemente, es un primer paso. Luego, a partir de ahí, el cielo es el límite. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Noticias Blockchain. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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