La inteligencia artificial (IA) nos sorprende con sus increíbles capacidades. La IA puede producir textos, imágenes, sonidos y otras formas de expresión a partir de simples datos o comandos. Pero no todo es magia y diversión. La IA también tiene un lado oscuro que nos hace cuestionarnos su impacto en nuestra sociedad, nuestra ética y nuestro planeta. La IA es una fuerza poderosa que puede cambiar el mundo para bien o para mal, y debemos estar preparados para enfrentar sus retos y dilemas.

Ahora bien, uno de los actores más relevantes y reconocidos en el campo de la IA es OpenAI. Esta empresa nació en 2015 de la mano de unos visionarios, como Elon Musk y Sam Altman, que soñaban con crear una IA normal que pudiera hacer cualquier cosa que un humano pueda hacer, y que fuera un bien común para toda la humanidad, sin depender de los intereses de gobiernos o corporaciones. OpenAI ha sido pionera en crear modelos de IA generativa, como ChatGPT y DALL-E, que son capaces de producir textos e imágenes tan realistas y creativos que a veces cuesta distinguirlos de los hechos por humanos.

Sin embargo, el pasado 17 de noviembre, OpenAI sorprendió al mundo al anunciar el despido de Sam Altman, su CEO y fundador, acusándolo de no ser honesto con la junta directiva y de perder su confianza. La decisión causó un gran revuelo en la industria de la IA, ya que Altman era considerado el rostro y el líder de la empresa, así como uno de los mayores defensores y críticos de la IA. Además, se produjo solo unos días después de que OpenAI celebrara su primera conferencia de desarrolladores, donde Altman presentó varias novedades y actualizaciones de sus herramientas de IA.

¿Qué motivó el despido de Altman y qué consecuencias tendrá para el futuro de OpenAI y de la IA en basic? Según diversas fuentes y reportes, el origen del conflicto estaría en las diferencias filosóficas y estratégicas entre Altman y algunos miembros de la junta, especialmente el científico jefe y cofundador de OpenAI, Ilya Sutskever, quien habría liderado el movimiento para destituir a Altman. Los desacuerdos girarían en torno a temas como la seguridad de la IA, la velocidad de desarrollo de la tecnología y la comercialización de la empresa.

Al parecer, Altman quería desarrollar una IA más fuerte y avanzada, capaz de rivalizar con China y Google, y que le diera ganancias a su empresa y a sus socios. Para eso, planeaba crear otras empresas junto a OpenAI, que se dedicaran a hacer chips y dispositivos para la IA, y conseguir mucho dinero de fondos estatales y de SoftBank. Esto no le gustó a la junta directiva, que pensaba que Altman se aprovechaba del nombre de OpenAI para sus intereses personales y que no seguía el mismo estilo de gestión y transparencia de la empresa.

Por otro lado, Sutskever y otros miembros de la junta serían partidarios de una IA más cautelosa y responsable, que priorizara la seguridad y la ética sobre el rendimiento y el lucro, y que se mantuviera fiel a la misión initial de OpenAI de crear una IA normal que fuera beneficiosa para toda la humanidad. Sutskever habría expresado su preocupación por la falta de claridad y honestidad de Altman en su comunicación con la junta, lo que dificultaría el ejercicio de sus responsabilidades y la supervisión de las operaciones de la empresa.

Ahora bien, nadie le avisó a Altman que lo iban a despedir. Fue algo repentino y sorprendente. Greg Brockman, que period el presidente y cofundador de OpenAI, y que también dejó su puesto después de lo que pasó, contó que Altman recibió un mensaje de Sutskever el jueves en la noche, que le pedía que hablaran al otro día. Cuando Altman entró a la reunión, estaba toda la junta, menos Brockman, que le dijo que lo habían echado y que pronto se iba a saber. Un rato después, Brockman recibió una llamada de Sutskever, que le dijo que también lo habían sacado de la junta, pero que le ofrecieron seguir en la empresa.

El despido de Altman causó muchas reacciones y efectos, dentro y fuera de OpenAI. Mucha gente de la empresa, como empleados, investigadores e inversores, apoyaron a Altman y se quejaron de la junta. Algunos hasta dejaron sus trabajos por Altman. Pero también hubo expertos y analistas de la IA que dijeron que era una buena oportunidad para que OpenAI volviera a sus orígenes y su visión original, y que se dedicara más a la investigación y la innovación que al dinero y la competencia.

Sin embargo, la historia no termina aquí. Debido a la presión, la junta de OpenAI estaría reconsiderando su decisión y habría pedido a Altman que volviera a la empresa, ante la presión de los inversores y el descontento de los empleados. Altman estaría evaluando la oferta, siempre y cuando la junta real renunciara antes del fin de semana. Además, se rumorea que Altman estaría desarrollando un nuevo proyecto de IA, listo para lanzarse, y que Brockman se uniría a él en esta aventura.

¿Qué pasó con Sam Altman después de que lo despidieran de OpenAI? Pues resulta que no se quedó sin trabajo por mucho tiempo. Microsoft, que es uno de los principales socios de OpenAI, le dio su apoyo y le ofreció un puesto en su empresa. ¿Qué tal? Parece que a Microsoft le gustaba la thought de tener una IA más agresiva y ambiciosa, que pudiera competir con otras potencias como China y Google. Quizás también le interesaba el negocio de los chips y los dispositivos para la IA, que Altman quería crear junto a OpenAI.

Pero la historia no termina ahí. La junta directiva de OpenAI, que había decidido echar a Altman, cambió de opinión y lo restituyó como CEO. ¿Qué les hizo cambiar de parecer? Tal vez se dieron cuenta de que Altman era un genio de la IA y que sin él la empresa perdería su ventaja. O tal vez les entró el miedo de que Altman se fuera con Microsoft y les hiciera la competencia. O tal vez simplemente se arrepintieron de haber sido tan duros con él. Sea como sea, Altman volvió a OpenAI, y todos vivieron felices y comieron perdices. Bueno, eso es lo que nos cuentan, pero quién sabe lo que pasa detrás de las cámaras.

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