Hace un año, Facebook cambió de nombre a Meta y abraza el metaverso con grandes expectativas. Ahora la compañía anuncia despidos masivos debido a un colapso en los ingresos. Cuando el negocio principal presenta problemas, los inversores se vuelven escépticos con lo nuevo. En otras palabras, últimamente, el entusiasmo en torno al metaverso ha mermado mucho. Obviamente, desde que se realizó el gran anuncio, muchas cosas han cambiado. El sentimiento es otro. Lo que antes se veía como una genialidad por parte de Zuckerberg, ahora se percibe con un capricho.
Claro que hay muchos metaversos. El de Meta se llama Horizon Worlds y puedes entrar en él con el casco de realidad virtual Meta Quest. El metaverso es hardware y software. En cierto modo, es una declaración de independencia, porque nos libera de los teléfonos inteligentes. O, dicho de otra manera, nos libera de la App Store de Apple y la Play Store de Google.
¿Qué es el metaverso? Son espacios virtuales en 3D diseñados para crear una experiencia digital más completa e integral. O sea, lo que se busca es que Internet se parezca más al mundo real, pero sin la limitaciones físicas y económicas del mundo real. Obvio que la idea tiene mucho potencial.
¿Cuál es el problema? El problema es que el metaverso está vacío. Tiene muy pocos usuarios. Por el momento, por encontrarse en una fase muy temprana, la idea es puro gasto y nada de ingresos. El costo de los cascos todavía es muy alto. Los gráficos aún necesitan mucho desarrollo. Y la aventura, en términos generales, no va muy bien. Zuckerberg ha botado la casa por ventana en el desarrollo de su metaverso. Pero los inversores quieren ver un incremento en los ingresos pronto. Y bien sabemos que el metaverso requiere de mucho más tiempo para alcanzar algo de rentabilidad. En otras palabras, en estos momentos, el metaverso no puede ser la prioridad. La prioridad debe retornar al negocio principal.
Ahora bien, cada vez que una tecnológica lanza un proyecto, los críticos de criptolandia no tardan mucho tiempo en anunciar su lluvia de objeciones. En el proceso, surge un sector blockchain como contrapeso al proyecto centralizado. En las redes, toda esta competencia se presenta como un juego de tronos. Se presume que el proyecto descentralizado va a “matar” al proyecto centralizado en una batalla sin cuartel. Sin embargo, en la práctica, los usuarios e inversores tienden a ver a estos sectores como una familia. Es decir, el éxito de uno impulsa el éxito del otro. En consecuencia, el sector tiende a crecer como grupo.
Ese fenómeno lo vemos claramente en el sector de las plataformas inteligentes. Todos, al principio, se declaran como un “Ethereum killer”. Sin embargo, en la práctica, el éxito de Ethereum impulsa, por asociación, a todo el sector. El inversor promedio percibe a estos proyectos como afines que comparten una correlación positiva. El éxito de uno incrementa el valor del sector todo. Cierto que no todos los proyectos sobrevivirán. Pero todavía no sabemos quiénes sí y quiénes no. Entonces, el mercado apuesta por el grupo en su conjunto.
Bueno, este fenómeno se repite en el sector metaverso. El metaverso de Meta impulsa a los demás metaversos. Y ya lo vivimos en carne propia después de los anuncios de Mark Zuckerberg el año pasado. De pronto, la palabra “metaverso” estaba en la boca de todos. Y esa chispa fue iniciada por Meta, pero aprovechada por todos los proyectos asociados al metaverso (centralizados o no).
Por supuesto que lo opuesto también es cierto. Los problemas en Meta le están restando mucha fuerza al desarrollo de su metaverso. Y esto está restandole fuerza a los demás metaversos. Esto sucede, porque el sector ya no es visto de la misma manera. Los inversores ya no lo ven de la misma manera. Lo que implica que no hay suficiente dinero para el desarrollo. Lo que naturalmente retrasa bastante las cosas.
En este mundo de extremismo y polarización, el lector amable escasea. La mayoría lee la opinión del otro a la defensiva. Si lo escrito no se ajusta al detalle con las ideas preestablecidas del lector, este se ofende y ataca. Encuentra fallas hasta en el paraíso y ridiculiza públicamente lo opinado. No se busca el cambio. No se busca crecer. No se busca la reflexión o el aprendizaje. Lo que prevalece es el pensamiento sectario. El debate público se ha convertido en una guerra entre tribus de mi dogma contra tu dogma. El que no pienso como yo es mi enemigo mortal.
Se insiste en ver el mundo en términos de un eterno falso dilema. Lo centralizado contra lo descentralizado. Lo descentralizado contra lo centralizado. Es lo uno o lo otro. No hay medios ni terceras opciones. Un bando es pura maldad. El otro bando es pura bondad. Se tiende a pensar en absolutos. El éxito de uno es la destrucción del otro.
En la práctica, el mundo no es tan binario. Las tecnologías van surgiendo lentamente de modos muchos más mixtos y plurales. O sea, hay de todo en la viña del Señor. En otras palabras, los distintos metaversos pueden coexistir. Lo ideal sería que el sector se una para crear un gran metaverso abierto e interoperable. De esta forma, ganar fuerza por diversidad.
El fanatismo es un gran obstáculo para el progreso. Porque el fanatismo fragmenta. Entre tantas tribus enfrentadas, los esfuerzos se cancelan. El fanático gasta todo su tiempo en Twitter atacando a los demás. No construye. El fanático critica mucho, pero propone poco. Divide, pelea e impone. El fanático combate con dogmas, narrativas, propaganda y etiquetas. Pero esas “verdades sagradas” se convierten en grilletes para la creatividad. “Ese no es un proyecto descentralizado”. ¿Y? ¿Cuál es el problema?
El usuario promedio es más pragmático que idiosincrático. Mejor dicho, el usuario lo que realmente busca es utilidad. Si una solución aporta valor a su vida, el usuario normalmente adopta esa solución. Eso significa que esta batalla no se gana con tuits. Se gana con el desarrollo de mejores aplicaciones, servicios y productos. ¿No te gusta el metaverso de Meta? Bueno, construye un metaverso mejor.
¿Se puede crear un metaverso sin Meta? Sí, claro que se puede crear un metaverso sin Meta. Pero Meta es un gigante. Estamos hablando de una de las compañías más valiosas y poderosas del mundo. Y no podemos subestimar su impacto. Meta, nos guste o no, ocupa un rol protagónico en esta historia.
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