Es necesario mitigar las vulnerabilidades de la cadena de suministro de la OTAN. Destaca una solución: blockchain.
La invasión rusa de Ucrania expuso las vulnerabilidades de la cadena de suministro de la OTAN. La alianza luchó por rearmar a Ucrania, coordinar la capacitación y las entregas de equipos, mitigar las entregas duplicadas y faltantes, rastrear la información de los proveedores y disuadir la piratería rusa.
La lección es clara: la OTAN necesita aumentar la trazabilidad y la seguridad de la cadena de suministro. Un nuevo estudio de Georgia Tech examinó las opciones disponibles y descubrió que blockchain ofrece el mejor remedio.
Blockchain encadena bloques de datos mediante códigos matemáticos. Todos los miembros pueden acceder a los datos en cualquier momento y si algún miembro desea cambiar los datos, todos deben estar de acuerdo. Es mucho más difícil de piratear que un libro de contabilidad centralizado donde un punto de acceso permite al usuario cambiar todo el sistema. La aplicación más well known de Blockchain, Bitcoin, nunca ha sido pirateada a pesar de su fama y valor, y las aplicaciones de Blockchain van desde moneda electronic hasta transacciones financieras, cadenas de suministro e incluso atención médica y seguros.
Muchos miembros de la OTAN ya han invertido en la exploración de blockchain. La Fuerza Aérea de EE. UU. otorgó a SIMBA Chain, una startup basada en blockchain, 30 millones de dólares en 2017 para trabajar en la integración de blockchain en las cadenas de suministro militares para la verificación de extremo a extremo de piezas militares. La Unión Europea lanzó un proyecto en 2021 para desarrollar una forma transparente de rastrear la sostenibilidad de las cadenas de suministro de minerales críticos.
Los adversarios de la OTAN también han demostrado interés en la tecnología. China lanzó un Subcomité de Aplicación Blockchain como parte de su approach quinquenal para 2021.
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Ucrania es un buen lugar para evaluar diferentes tecnologías. Comenzamos evaluando una serie de posibles soluciones tecnológicas para los problemas de la cadena de suministro de la alianza. Estos incluían bases de datos digitales para rastrear información, etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID), códigos QR y blockchain.
Se demostró que las bases de datos digitales eran un buen primer paso en la transición desde el papel, pero no suficiente. Si bien los códigos RFID/QR son comunes y ampliamente aceptados, son inseguros y fácilmente falsificados.
Blockchain era la solución más segura y transparente, pero requiere un alto nivel de competencia tecnológica. También conlleva el estigma de ser una tecnología sobrevalorada gracias a su uso en criptomonedas. Nuestro equipo encontró adopciones fallidas de la tecnología blockchain en la industria naviera, aunque se atribuyeron a las empresas involucradas más que a la tecnología.
La adopción de blockchain en la cadena de suministro de armas de la OTAN no resolvería todos sus problemas y llevaría mucho tiempo. Antes de su adopción, la alianza necesitaría asegurarse de tener una buena foundation digital para su cadena de suministro de armas y acceso a toda la información de sus proveedores de nivel inferior.
Los miembros tendrían que estar de acuerdo con el uso de una tecnología tan controvertida, lo que significaría talleres educativos para las partes interesadas y capacitación de la fuerza laboral.
El siguiente paso sería encontrar un socio confiable del sector privado. Nuestra investigación sugirió que Hyperledger sería el mejor lugar para comenzar, ya que es el más avanzado, personalizable y ya utilizado por gobiernos, incluido el de EE. UU.
Si adopta blockchain, la OTAN podría garantizar una cadena de suministro prácticamente impenetrable y transparente. En un mundo en el que la competencia entre las grandes potencias es cada vez mayor y el potencial de las computadoras cuánticas para descifrar las medidas de seguridad tradicionales, la inversión en blockchain bien valdría la pena.
Emili Sabanovic es actualmente estudiante de doctorado en Asuntos Internacionales, Ciencia y Tecnología en Georgia Tech y se desempeña como investigador asociado en RAND Company.
Este artículo se basó en la investigación y el análisis realizado por un equipo del Curso DTI 2022-2023 formado por Anais Acree, Ainsley Brown, Dennis Murphy y Emili Sabanovic.
La investigación fue supervisada por Nicholas Nelson, coordinador del curso DTI, profesor e investigador de la Escuela de Asuntos Internacionales Sam Nunn de Georgia Tech, y miembro principal de tecnología y políticas emergentes de CEPA.
Bandwidth es la revista en línea de CEPA dedicada a promover la cooperación transatlántica en política tecnológica. Todas las opiniones son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la posición o los puntos de vista de las instituciones que representan o del Centro de Análisis de Políticas Europeas.
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